CAPÍTULO DOS

13 1 0
                                    

SEMANA DOS

Narra Vanesa

Otro mensaje de texto del idiota de mi ex novio. Ya son incontables. Siempre la misma disculpa estúpida. Nada peor que justificar una infidelidad alegando que es hombre.

Mi nombre es Vanesa Cohen y tuve una semana difícil, creo que si no he muerto al sufrir por amor, nada me matará. Llevo llorando desde que me contaron que Germán me fue infiel en la fiesta de fin de año, en Puerto Madero, a la que no fui por estar visitando a mi familia de Rosario.

Maldito idiota, juro que lo amaba. Llegué a hacer cosas realmente alocadas por él. Y me paga de esta manera. Acostándose con su estúpida compañera de trabajo. Es increíble la verdad en aquel dicho "Del amor al odio hay un solo paso". Y lo dio él al engañarme. Me siento frustrada.

No quiero levantarme de mi cama, aunque mi madre me anima cuando trae mi comida al cuarto, mis ojos hinchados delatan que no he dejado de llorar. Golpean mi puerta, luego la abren. Otra vez mi hermana Carol.

- Vane, voy a la plaza a pasear a Sammy. ¿Querés venir conmigo? – Sammy es nuestra caniche blanca. Su nombre completo es Esmeralda Sammy Susie, un chiste íntimo entre nosotras dos. Sacado de un capítulo de "Jorge, el curioso".

Yo solo puedo mirarla y sonreír apenas. Quiero volver a llorar, pero me contengo. Entonces hago las señas de lo que quiero decirle:

- Sabes que te amo, Carol. Pero no estoy preparada para salir ahora. – Ella mira atenta los movimientos de mis manos, leyendo mi negativa.

- Dale! Tenés que despejarte e intentar olvidar a ese infeliz. Mirá que tengo para vos... - Y al decir esto, sale corriendo hacia su habitación. Me quedo sorprendida un momento, hasta que oigo sus pasos volver. – Estos son mis nuevos lentes, me los regaló papá. ¿Te gustan? Con esto nadie se va a dar cuenta que estuviste llorando todo el año... - Y me sonríe. Ella sabe cómo hacerme cambiar de opinión.

Le contesto con las señas de mis manos, que sí. Que me espere afuera para poder cambiarme. Algo de aire puro no me vendría mal.

Ya en el parque, sosteniendo el collar de Sammy, puedo recuperar un poco el ritmo de la respiración, el que he perdido de tanto sollozo. Mi hermana no deja un segundo su teléfono y sonríe cada dos segundos. Toco su codo para que mire mis manos y le digo.

- ¿A qué se debe anta risa? ¿Hay algún ganador en tu aplicación de amor? – Y sin darme cuenta, vuelvo a sonreír. Parece que han pasado mil años desde la última vez que lo hice. Me duelen las comisuras.

- Puede ser. Hay chicos muy bonitos. Mirá a éste. Es de Buenos Aires también, y corre los cien metros. Si es atleta, debe tener cuerpo de atleta, ¿No? – Y lanza una carcajada. Al mirar el teléfono, observo un muchacho con camiseta de corredor. Tiene lentes oscuros y un rostro muy lindo. Otra vez sonrío. - ¡No puede ser! Has sonreído mirando la foto de un chico. Creo que vas por buen camino.

Siento sonrojarme, y le hago señas para que le dé un Ok así se encuentra con él. Ella, muerta de risa, toca el táctil de su teléfono y hace un match.

- Debo decir que lo hice por ti. El que se comunicará con el atleta, eres tú. – Al ver mi boca abierta de asombro, remata. – Tranquila, podés usar mi perfil.

Carrera Al AmorWhere stories live. Discover now