Capítulo 1

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Boston, Massachusetts

Diciembre de 2016


Cameron estaba a punto de encender su Ford Raptor cuando sintió una anomalía en el éter, una fluctuación que indicaba que alguien había cruzado al plano físico. Agudizó sus sentidos y percibió una materialización del otro lado de la acera, justo en el edificio de enfrente que estaba en remodelación y lucía lúgubre y triste porque las obras llevaban suspendidas un par de meses y el olvido empezaba a rondarlo asiduamente. Haciendo uso de su visión paranormal, descubrió a un tipo enorme recostado de la pared con una pierna dobla contra ella. Con las manos metidas en los bolsillos de un pantalón negro ceñido al cuerpo y un abrigo del mismo color desabrochado, largo hasta casi los tobillos, el desconocido proyectaba un aire de rebelde sin causa, de buscapleitos. El cabello castaño hasta los hombros ligeramente rizado en la puntas le recordó a Mish, pero era imposible que se diera una vuelta por el mundo de los mortales. Hacía siglos que no lo hacía, salvo en contadas ocasiones y siempre con una guerra campal de por medio.

Cuando el extraño levantó el rostro y lo miró directo a los ojos le dio un vuelco el corazón y se le aceleró el pulso. Contra todo pronóstico, Mish estaba del otro lado de la calle y empezaba a caminar hacia él, con su particular andar de depredador, letal y elegante, que hipnotizaba al enemigo y le daba ventaja en el ataque cuerpo a cuerpo. Cruzaba la calle en su forma incorpórea, atravesado los autos que circulaban y se partían en dos en el éter, como una sandía cortada a la mitad de un certero sablazo, para dejarlo pasar a través suyo. La materia lo reconocía y hacia lo propio ante un ser que ostentaba gran poder en la jerarquía cósmica: se apartaba para no cabrearlo.

¡Estaba jodido si venía a ajustar viejas cuentas con él, porque lo último que deseaba era enzarzarse en una lucha con su ex mejor amigo, fuera por la razón que fuera! Y menos en el plano físico, porque era una pésima idea.

Cuando lo tuvo a menos de un metro de distancia, se materializó.

¡Por todos los cielos, qué imprudencia!

Miró a lado y lado, aterrado de que algún transeúnte hubiese visto la entrada triunfal del señor del Séptimo Cielo y lo escuchó reírse en su cabeza, como quien le juega a otro una broma pesada y disfruta del resultado. Seguramente su cara de espanto le había hecho el día.

―Paz, hermano. Tiempo sin vernos―le dijo el recién llegado―. Vengo en buenos términos.

Cameron no atinó a responderle, tan impactado estaba de tenerlo enfrente después de casi cuatro milenios, que no sabía qué decirle. La suma de todos sus males provenía de su ex mejor amigo; sus pesares eran de alguna manera su culpa, especialmente el destierro.

―¿Te comió la lengua el gato o estás molesto de verme? ―agregó Mish con voz burlona y un gesto de travesura en la cara, mientras enarcaba una ceja.

―Elimina de tu lista lo primero―le respondió Cameron secamente―. No te esperaba, como podrás figurarte y, después de tanto tiempo, estoy dudoso si debo alegrarme de que bajes al plano físico a darme una sorpresa. Hoy no es mi cumpleaños.

―Sarcasmo...algo nuevo en ti. ¿De dónde lo sacaste?

―Un regalito de Sam, tras su muerte. Me heredó algunas malas mañas, ésta es la inofensiva.

―Siento tu pérdida―agregó el arcángel con voz sincera y un deje de pena que sorprendió a Cameron.

―¿A qué has venido? ―fue su lacónica respuesta.

―Directo al grano―respondió Mish con expresión contrariada―. Necesito tu ayuda.

Cameron tuvo que hacer un gran esfuerzo para no abrir la boca como un idiota y mostrar su sorpresa ante la inesperada petición que acababa de hacerle Mish. ¿Ayuda, él?

El Custodio y el alma perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora