En el interior de la posada, los tres ya se encuentran sentados en una mesa del fondo, por lo que puede observar, en la mesa ya tienen dos llaves de metal y dos jarras de un líquido que desde esa distancia no logra reconocer.

     Pasea su mirada por todo el lugar hasta, finalmente, sentarse junto al resto. Quería comprobar que no fuese un lugar peligroso, al ver que la gente que se encontraba allí era bastante normal ha podido calmarse, son simples comerciantes y aldeanos de la zona que beben y festejan.

     Al poco rato de sentarse le traen una jarra a Daymon y a él, todos a excepción de Olympia tienen bebidas alcohólicas para disfrutar de la noche y celebrar que su viaje está yendo mejor de lo previsto, sin gente que les asalte por el camino o algún asesino enviado por Eitan tras ellos.

     Comen tranquilos, disfrutando de la conversación que mantienen, sin hablar de su misión, tan solo distrayéndose con temas triviales que les permite conocerse un poco más. Todos quieren despejar sus cabezas de todo lo que sucede, sobretodo Olympia, que cada vez le cuesta más esconder sus emociones.

     Daymon en un momento de la noche comienza a sentirse incomodo, alza su mirada de su jarra y mira primero a sus amigos, los tres hablan tranquilamente ajenos a todo lo que les rodea. Se siente más tranquilo al ver como Alexander y Rune sacan algunas pequeñas sonrisas a la castaña, se nota que son algo forzadas y que anda algo distraída, pero se fuerza a seguir su conversación y eso le tranquiliza, lo que menos quiere es que se encierre en sí misma.

     Entonces siente como un hombre los observa en una mesa situada en la otra punta del salón. Se encuentra bebiendo de una gran jarra, pero sus ojos no abandonan a Daymon, incluso cuando este le observa tras haberle descubierto. Eso le inquieta, le inquieta esa mirada tan oscura y esa confianza en sí mismo como para no esconderse.

     No le gusta en absoluto.

- ¿Todo va bien, Day? – pregunta Olympia con su dulce voz, quitándole a Daymon sus ganas de levantarse de la mesa e ir hacia el desconocido.

     Al mirar a su amiga a los ojos descubre su agotamiento, incluso con su fachada llena de energía y optimismo, puede ver a la chica que en su interior está agotada física y mentalmente. No quiere terminar por cansarla, ya tiene suficientes cosas a las que debe enfrentarse, pensar y lidiar. Es su momento de ayudarla y ese es el momento justo, se ocupará de ese hombre sin preocupar a su amiga.

     Quiere darle un poco de paz, aunque sabe que siente de todo menos eso.

- Sí, pero creo que deberíamos irnos ya a descansar.

     Olympia achina sus ojos para observar mejor a su amigo, desconfía de él, siente que hay algo más aparte de eso, pero no quiere presionarle, al menos no delante de los otros dos.

     Ya se encargará de descubrirlo más tarde.

- Tienes razón, Alexander y yo nos vamos ya a descansar – mira al castaño que de inmediato se pone en pie con una sonrisa – he conseguido dos habitaciones continuas, si necesitáis algo no dudéis en entrar.

- Tranquila – responde Rune luciendo sereno, aunque tanto Alexander como Daymon saben que a él le habría gustado irse junto a la princesa – tu vete a descansar.

     Cuando ellos dos dejan el lugar, Daymon se levanta precipitadamente y camina hasta la mesa del desconocido, dejando a Rune totalmente sorprendido y desconcertado, para cuando se levanta de la mesa dispuesto a seguirle, él ya está sentado frente al desconocido que muestra una burlona sonrisa.

     Las miradas de ambos hombres se encuentran y desafían hasta que el desconocido termina por alzar su mirada para mirar al chico que acaba de sentarse al lado de Daymon, Rune, el cual sigue totalmente confundido por lo que acaba de presenciar.

Lucha de coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora