— ¿Quieres presentarte?
Ella abrió un cuaderno y tomó un lápiz, que se encontraba justo al lado.
— Hinata Shōyō. Tengo veintiún años. — parpadeó y fue cuando sus ojos ardieron, dejando caer un par de lágrimas — Vi-vivo con mi mamá y mi hermana, también es muy...revoltosa. — hablar le costó, tratando de no trabarse demasiado.
Su pecho pesaba.
El aire pesaba.
¿No se estaba ahogando?
— Muy bien. — ella asintió, pensó que eso era más que suficiente — ¿Quieres parar?
Shōyō se quedó en silencio, observando un paquete de pañuelos que la mujer le ofreció. Pero secó sus lágrimas con sus manos y apretó la mandíbula. ¿Por qué se sentía tan vulnerable y sensible ahora?
— No. — dijo, tomando aire — ¿Usted me va a arreglar?
Ella sacudió la cabeza.
— Puedo arreglar un objeto, y tú no lo eres. — sin perder su amable mirada siguió hablando — Yo voy a escucharte, voy a darte consejos, voy a ayudarte a liberar todo lo que tienes abultado en tu interior. Te acompañaré en todo este proceso y no te voy a mentir, será difícil. Voy a dar lo mejor de mí. ¿Estás de acuerdo?
Shōyō asintió.
— Ok. — susurró — Puedes contarme, sólo si crees que eres capaz de hacerlo. O hasta donde puedas.
¿Cómo empezar?
Contó entonces la mañana de ese día, donde unos hombres se lo llevaron, amenazando su vida poco después y luego la mujer que lo hizo hacer aquellas cosas.
No dio detalles, no podía hacerlo.
Pero ni siquiera fue necesario porque la mujer comprendió enseguida. Y ella mismo tuvo que acallar sus emociones al ver lo destrozado que se encontraba Shōyō.
Al dar por terminada la pequeña charla, donde no fueron más de treinta minutos, volvieron a casa en completo silencio, tal como habían venido.
Su madre colocó la mesa para tomar desayuno y ambos se sentaron al estar las cosas listas.
A pesar de que él no le había dicho nada, tenía la certeza de que su madre no era ignorante a todo lo que pasó en aquella casa. Tampoco hizo preguntas para no agobiarlo.
Era su madre al fin y al cabo. La persona que te trajo al mundo y la que más debía conocerte, como si de un libro abierto se tratase.
Después de despedirse de ella, ya que debía ir a trabajar, lavó la losa y ordenó un poco la casa.
Y cuando estuvo en su cuarto, Shōyō tomó su celular y se acurrucó con una manta en el suelo, a un lado de la cama. Abrió los contactos, algo que había echo hacía varios días ya. Mirando el nombre de un número en concreto.
Pero jamás lo llamaba o escribía, se sentía algo...cohibido. Llamar a Kageyama Tobio le provocaba cierta ansiedad y emociones explosivas en su pecho. Dejó su celular a un lado de su rostro, sin quitar la mirada de este.
— ¿Aló?
Dio un sobresalto al escuchar la voz de él.
Quiso sentarse, pero se enredó en la manta, cayendo de cara al suelo y golpeándose en la nariz y frente.
El escándalo que hizo alarmó a la persona detrás de la línea.
Tomó el celular tan rápido como pudo y se lo colocó en la oreja, estas ardían. No sabía si era por la vergüenza de haberlo pasado a llamar o el que se haya caído, aunque él no debía saberlo, no lo estaba viendo.
ESTÀS LLEGINT
Deuda | Haikyū!!
FanfictionEl padre de Shōyō tiene una deuda, pero murió antes de poder pagarla por completo. Por ley, la deuda pasa a la esposa y cuando estaban por llevársela, Shōyō se interpuso logrando que se lo llevaran a él. Al no tener suficiente dinero para pagarla, u...
Prioridad
Start from the beginning