Capítulo 1: Culpa

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“Sentí desesperación, quería gritar, quería corre, pero era imposible incluso el moverse”

Hace mucho que no tengo esa horrible pesadilla, más bien recuerdo de aquel día en donde casi te pierdo para siempre, día en el que tu indefenso cuerpo hizo que todo mi ser  temblara de terror.

-          Pa, ¿te encuentras bien? – te subes a la cama y te recuestas junto a mí. Siempre me salvas de pensar, de recordar.

-          Claro – te jalo a mi pecho y te abrazo, estas a salvo – solo una fea pesadilla – tú no la recuerdas, pues eras mu pequeño y pues no tiene caso contar que pasó aquel día, por lo que te hago cosquillas para quitarte la cara de preocupación.

-          Jajajajajajaj, ya, jajajajaja, entedí jajajajaja – me gusta verte reír, me da tranquilidad, de lo contrario mi mundo se empieza a caer a pedazos.

-          ¿qué quieres de desayunar? – hundo mi cara en tu pecho, acomodándome otra vez.

-          Mmm… hotcakes y leche – sonrió por tu petición, de niño lo pedías todos los días.

-          ¿Señores felices? – te hago más cosquillas, ese era tu forma favorita de hotcakes.

-          Jajajajaja nooo ya crecí – recuerdo cuando llegaste de la escuela por primera vez y me dijiste que querías señores felices para desayunar, todos los días tuve que hacer hotcakes durante una semana para que por fin el último día dijeras a tu plato “hola señor feliz”, créeme ese fue el día más feliz de mi vida, ya no haría hotcakes diario, por lo menos en un tiempo.

-          Ven vamos a prepararlos – beso tu frente y te ínsito a salir de la cama, me levanto igualmente y camino atrás de ti.

Toda la mañana la pasamos haciendo hotcakes y otras cosas que se te antojaron, también limpiamos un poco la casa, de todos modos hoy no tenías que ir a la escuela, era sábado.

Me gusta la idea de estar en todo momento para ti, de ser ambos padres, sé que es egoísta ese pensamiento, pero pues eres lo único que tengo y soy lo único que tienes.

El día que tu madre me dijo que estaba embarazada, el terror se apoderó de mí, pues apenas tenía 15 años, la misma edad que tú ahora, ella se volvió loca, lloraba y gritaba, que era un idiota, que todo era mi culpa, que yo tendría que hacerme responsable, no dije nada, acepté todo, sus gritos, los insultos de tus padres y el día de tu nacimiento, a ti, ese fue el mejor de los regalos, ese momento fue la mejor de las dichas, nadie me separaría de ti.

-          ¡¡Papá!! – tu voz me sacó mis recuerdos, tiendo a perderme en ellos cuando estoy así de tranquilo.

-          ¿qué pasa? – te abrace y despeiné tu cabello.

-          Tu teléfono, ¿no lo vas a contestar? –saqué el celular de mi bolsillo y lo contesté inmediatamente, sabía muy bien de quien se trataba, era el hombre que me había salvado  

-          Hola – hoy tendría trabajo, sería su acompañante a una pasarela de moda, para eso me usaba, era su acompañante, su amante, su juguete, todo lo que deseara, pues así era el trato.

-          Voy a trabajar, amor – te dije después de colgar y dándote un beso en la frente.

-          Umm… bueno, pero si llegas tarde me despiertas, no quiero tener pesadillas por no saber de ti.

-          Claro que lo haré – me gusta lo dulce que eres, hace que a veces me sienta miserable por lo que en realidad salgo hacer.

Toda la tarde me la pasé en el evento siendo la sensación de todo el mundo, siempre me exhibía pues era su modelo principal, siempre vestido con ropa cara y lleno de joyas, luciendo lo nuevo en cada colección suya.

Mucha gente deseaba que modelara en sus pasarelas y hasta me habían hecho varias sesiones de fotos para algunas revistas, todo este mundo fue gracias a aquel hombre, aquel al que le entrego mi cuerpo cada que lo desea, cada que se siente ansioso, cada que se siente solo.

Esa noche no fue la excepción, fui tomado de forma salvaje y fuerte, siempre era así, siempre que nadie lo veía los sentimientos de exclusividad se marcaban fuertemente en mi piel, siempre que alguien me sonreía mi cuerpo entero se llenaba con marcas de celos.

-          ¡¡Hummm!! – gemí de dolor, esta vez no se contuvo y me penetró sin prepararme, de  forma fuerte y sin miramientos.

-          Eres hermoso, no me gustaría que alguien más te toca así – me encuentro en su escritorio, amordazado y atado, así le gusta tenerme, sin posibilidad de ayuda, sin posibilidad de escape, pero sobre todo con la idea en la cabeza de nunca dejarme ir, porque a pesar de ser lo que soy, me considera su amado.

-          ¡¡Humm!! – mi cuerpo está acostumbrado a esto y aunque es muy común ser atado, procura no dejarme marcas ni nada que dañe mi cuerpo, pues dice que es cómo de cristal.

Al principio era muy difícil y varias veces terminé en el hospital, pues era tan rudo que varias veces tuve hemorragias muy fuertes, pero ahora mi cuerpo ya lo acepta, tanto que por la mañana no se notará que eh sido tocado de esa forma.    

Esa noche llegué realmente tarde, me preocupaba llegar y despertarte, pero nunca rompo una promesa que te haya hecho. Fui directo a tu cuarto y abrí la puerta, caminé hasta tu cama y te besé la frente, te vez tan hermoso mientras duermes.

-          Vlad, amor, ya llegué – te volví a besar la frente y te moví un poco hasta que poco a poco abriste los ojos.  

-          Holaammm – bostezaste sonoramente - ¿cómo te fue? – te colgaste en mi cuello y besaste mi mejilla.

-          Bien, un poco abrumante, pero bien – bese tu nariz, dejándote recostado otra vez en la cama – ya duerme o parecerás zombie mañana – te besé la frente y vi tus ojos cerrarse poco a poco, siempre ha sido casi imposible para ti dejar de dormir.

Una vez que te volviste a quedar dormido, salí de la habitación y me dirigí a la mía, puse el seguro y comencé a desnudarme, busqué mi pijama para entrar después al baño, quería limpiarme y poder relajar mi cuerpo, me sentía adolorido y muy cansado.

Abrí la llave y dejé que el agua corriera por mi cuerpo, me sentía muy cansado, pero más que eso me sentía muy deprimido, te había mentido otra vez, incluso te había besado y jurado que todo estaba bien, eso me hacía un mentiroso, un hipócrita, comencé a llorar ¿Por qué lo seguía   haciendo? ¿Por qué seguía acostándome con él? me había convertido en una puta costosa y peor aún lo aceptaba y últimamente hasta lo disfrutaba, ¿qué era lo que me estaba pasando?

Me recargué en la pared y fui resbalando hasta llegar al suelo, ¿cómo es que podía verte a los ojos cada día? ¿Cómo es que podía mentirte cada día? ¿Cómo me atrevía a siquiera a besarte cada día?, abracé mi cuerpo y continué llorando, no había pensado en las consecuencias aquel día, no imaginé seguir con esto hasta hoy, no imaginé ser tan cobarde, pero de algo estoy seguro, jamás me arrepentiré de haber tomado esa decisión y por ti lo volvería hacer.

Sintiendo las gotas caer empecé a recordar aquel día, también me encontraba empapado de pies a cabeza.

Continuará...

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Este es el primero de esta nueva, espero le guste

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