1. La primera canción.

15K 947 532
                                    

        Dalia caminaba hacia los casilleros. Ella sabía ya lo que le esperaba, como todos los días. Ir al instituto se convirtió en una tortura desde que Elena se encargó de sembrar la cizaña entre todos.

        Divisó a lo lejos esa cabellera rubia que tanto detestaba. La esperaban, y ella lo único que quería era irse sin libros a la clase con tal de no toparse con ellas. Pero no podía. Y no había nadie a quien recurrir. Porque así como Ámber, la rubia, todos estaban en su contra.

        Llegó al casillero intentando ignorarlas para que así talves se librara de la tortura que le esperaba. Pero no fue así.

        —Rata de alcantarilla, ¿Donde te conseguiste ese suéter? ¿En la basura? — rió como una estúpida junto con sus “clones" Li y Charlotte.

        Dalia se mantuvo callada, eso le había dolido, pues ese suéter se lo había tejido su abuela poco antes de morir además de otro preciado regalo y lo apreciaba mucho. Acercó la mano al casillero cuando escuchó la chillona voz de Ámber otra vez.

        — ¿Estás segura de querer abrir eso? Yo no lo recomendaría.— se dio la vuelta con sus clones y se marchó. A Dalia le pareció muy extraño que no hayan hecho más de ahí, así que tuvo un mal presentimiento. Sin embargo el timbre de inicio de la primera hora sonó y no tuvo más opción que abrirlo.

        Y mejor no lo hubiera hecho. Una cosa verde líquida de un olor pestilente se escurrió por el casillero manchando su adorado suéter. Todo, sus libros y utensilios, y demás cosas estaban llenas de eso.

        Algunos se detuvieron a ver y ella sintió unos flashes detrás de ella. También oyó risas y como los demás seguían su rumbo sin importarles en lo más mínimo. Las lágrimas estaban por salirles de los ojos pero las reprimió. Sería mayor su humillación si la vieran llorar. Además la directora apareció y en vez de buscar quien fue el culpable de semejante acto, como debería de ser, solo la castigó mandándola a limpiar aquel desastre.

        Tal como ella pensaba y pudo comprobar, aún después de limpiar el casillero perdiendo dos horas de clase, los libros quedaron inservibles y tendría que comprarlos todos otra vez. Ese era un gasto que ella no podía cargarle a sus padres así que tendría que sacar el dinero de sus ahorros. Además la mancha no se quitó del suéter por más que lo intentó y como era blanco se notaba bastante. Por si fuera suficiente, como no asistió a las primeras clases, la culparon de un incidente contra el profesor que había ocurrido y del cual ella no tenía ni idea por lo que se le añadió un castigo más por algo que ella no había hecho.

        La ira, frustración y rabia se acumulaban dentro de ella, y como no pudo más, corrió al único lugar donde ella sabía que no había nadie: el sótano. Allí dejó salir sus lágrimas hasta que sus ojos ya rojos no pudieran más. Expulsó toda esa presión que tenía dentro llorando mientras clavaba sus uñas en sus brazos de la ira que tenía contenida.

        Luego de media hora ella oyó unos pasos cerca y una voz que se acercaba cantando suavemente una melodía.

        Llorar sola es aumentar las penas,

        Me tienes mí para alejarte de ellas.

        Aunque el mundo completo esté contra ti,

        Nada ni nadie te alejará de .

        Ven mis brazos te protegeré,

        de todo aquello que te haga llorar.

        Solo confía que aquí estaré,

        Para acabar con tu soledad.

        No veía de quien provenía la voz pues unas cajas le impedían la visión. Pero no tardó mucho en saberlo cuando aquella persona se acercó al rincón donde estaba sentada y se sentó a su lado.

       Lysandro. Quien recurrió en su ayuda, y logró cesar su llanto. Este la tomó entre sus brazos acurrucandola en su pecho y tarareando aquel verso una y otra vez en voz baja. 

        —Ly-lysandro. Gracias—.

        — No podía permitirme ver llorar a una dama tan bella como tú. Me parte el alma.—

        — ¿Como supiste que estaba aquí?—

        — No lo sé. Talves fue solo instinto.—

        —Pues debería darle las gracias a tu instinto, porque gracias a él me siento mucho mejor.—         Dalia se separó de sus brazos y aún con sus ojos llorosos le dedicó una sonrisa.

        — Vámonos de aquí, ya es hora de volver a casa.—

        — Tengo un castigo que cumplir.—

        — Pues creo que será otro día porque ya no hay nadie en el instituto.—

        Se levantó del suelo tendiéndole la mano para ayudarla a levantarse. Dalia sintió la mano de Lysandro acercarse a su rostro y como por instinto cerró los ojos. Este le retiró algunos mechones de su largo cabello negro hacia atrás. Y la acompañó a casa mientras caminaban en un tranquilizador silencio.

*----*----*----*----*----*
Holaaaaaaaaaaa. Algo que tal vez no se constató antes es que yo AMO a corazón de melon y que soy una loca con Lys. Por eso decidí hacer este fanfic. Claro, hay algunas cosas que serán diferentes a la historia original del juego pero la esencia de lys no se pierde. Los chicos no aparecerán mucho en este fic así que no esperen mucho de ellos porque ellos también odian a Dalia.
Gracias por leer mis pequeñas fans de lysandro!!

Canciones para mí. (Lysandro CDM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora