1.- Tomándose de las manos

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Género: Fluff, G, angst muy ligero.

Está inspirado en el fanart de arriba.

Las manos de Asahi siempre le habían llamado la atención

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Las manos de Asahi siempre le habían llamado la atención. Luego de la primera vez que chocaron los cinco en un partido, se preguntó cada día qué tanto sobresaldrían sus dedos si enfrentaran sus manos. También imaginó qué tanto habría sonado esa celebración de haber aplicado la misma fuerza que ejercía contra los balones rematados; qué tanto le ardería su propia palma después de eso. Incluso conociéndolo desde hacía solo un par de meses, Nishinoya sabía que nunca comprobaría ese punto. El mayor no haría algo que lo hiciera sentir culpable al instante, así que decidió enfocarse en su primera idea.

Le gustaba hacer comparaciones imaginarias de sus manos, basado simplemente en lo que creía que se amoldaba más al otro chico. Fue así como acabó con una lista mental de cualidades que les atribuía: algo callosas, sobre todo la derecha; un toque de sudor siempre presente, gracias a su recurrente nerviosismo; tibias, porque la tranquilidad así debía ser; de agarre firme, pues de otra manera no se explicaba cómo sostenía el balón con una sola. Esperaba descubrir si estaba en lo correcto algún día.

Su primera oportunidad llegó al poco tiempo. El viejo Ukai había vuelto hacía poco, lo que significó un incremento de la intensidad de las prácticas y de su cansancio al final de estas. Era hora de limpiar el suelo, sin embargo, Nishinoya no era capaz de levantarse por su cuenta para ayudar. Aún sostenía su termo casi vacío con la zurda y jadeaba. Secarse el sudor era inútil. Ni siquiera los gritos de apuro de Daichi eran suficientes para obligarlo a ponerse de pie. Era el único aún recuperándose del esfuerzo, sentía algo de vergüenza.

—Solo un poco más —susurró justo antes de tomar los últimos chorros de agua—. Ah —exhaló. Golpeó el pico de su termo para cerrarlo y lo dejó en el suelo—. Es inútil. —La voluntad no llegaba a él. En vez de erguirse, se recostó aún más de la pared. Cerró los ojos; ya oía venir los regaños.

—Nishinoya. —«Ah, no tan pronto»—. Hey, ¿estás bien?

—¿Eh? —«¿No era un regaño?». Abrió solo un ojo por el par de segundos que le tomó identificar al grandulón que lucía más alto desde su perspectiva—. Ah, Asahi-san. Sí, solo algo agotado.

—¿Necesitas ayuda? —Se agachó apenas y extendió su mano derecha.

Nishinoya observó la mano frente a él durante tres segundos. Su corazón a medio relajar volvió a acelerarse en cuanto la aceptó. Con una pequeña sonrisa, Asahi haló hasta que el líbero estuvo parado. De repente, la debilidad se había disipado, como si le hubiese transferido su energía al levantarlo.

—¡Gracias! —Le dio dos palmadas suaves en el brazo.

—De nada. —Su pequeña sonrisa se amplió algo más.

El contacto fue corto, pero bastó para darse cuenta de algunas cosas. Sintió unos cuantos callos en sus dedos y su agarre fue bastante firme. También estaban calientes y sudadas; supuso que era obra del voleibol en sí, por lo que esa evidencia no era válida. En cuanto a las suyas, un cosquilleo serpenteó hasta su muñeca por los siguientes segundos.

Treinta días de truenos guardianes y estrellas de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora