|CAPÍTULO DIECIOCHO: FINAL|

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—Bill...—dije en un hilo de voz—. Para...

—Amo que supliques~

Cerré mis ojos mientras tiraba lágrimas de dolor, dolor porque aunque él me hiciera todo esto, yo lo seguía amando con locura. Yo seguía prendida de él y me gustaba imaginar que aunque él solo tenía sexo conmigo, en realidad hacíamos el amor...

—Te amo—admití por fin—. Aunque tú no lo hagas... yo te sigo amando.

Aferré mi almohada hacia mí sintiéndome la chica más estúpida del mundo, esperando aquella reacción burlesca tan típica de él. Pero a la mierda la dignidad, sentía que me estaba muriendo y si algún día cerraba mis ojos para siempre le habría dicho la verdad a ese demonio mal nacido.

Pero su respuesta nunca llegó, simplemente escuché como se sentaba en la cama. Volteé levemente, la sábana se le había caído dejando descubierto su abdomen, su mano se encontraba sobre su frente y su mirada ámbar estaba perdida.

—He arruinado todo lo que construí contigo. Me siento un completo imbécil, creí que si le era indiferente a mis sentimientos se irían, que si te trataba mal y lograba hacerte odiarme dejaría de sentir lo que siento por ti. Pero no... lo único que logré fue odiarme a mí mismo, y ahora que me confiesas esto... me odio aún más. Mierda—su voz estaba ronca, me senté a su lado cubriendo mis pechos descubiertos, no sabía que decir, así que él continuó—. ¿Por qué no puedes odiarme, Dylan? ¡Soy malo! ¡Soy un monstruo! ¡Abusé de ti! ¿¡Y dices que me amas!?

—... Tal vez yo también esté tan loca como tú.

—Perdóname—mis ojos se abrieron ligeramente y lo miré expectante—. Te he lastimado tanto y tú... ni si quiera me odias un poco. Perdóname por todo, Dylan—sus ojos ya se encontraban rojos y llenos de lágrimas—. ¡T-Te amo! ¡Joder! ¡No puedo evitarlo! ¡Te amo!

Sus labios se posaron en un desesperado beso, podía sentir como las lágrimas caían por sus mejillas y se mezclaban entre nuestros labios, estás se perdían con nuestra saliva cuando nuestras lengua se unían en lo que ahora vendría a ser un beso lleno de deseo y dulzura. No era brusco como los de antes, se notaba la diferencia. Bill me tomaba la mano y le apretaba con fuerza mientras sus besos bajaban a mi cuello para empezar a dejar marcas de amor en él.

Cómo puedo ser tan tonta en caer ante él por unas simples palabras lindas o por unos simples besos.

Me estaba volviendo loca, pero no loca literal, sino loca por él.

Una lágrima rozó mi cien, ya que yo estaba echada. Al parecer él la notó ya que la limpió de inmediato con sus dedos ásperos.

—¿En serio estás perdonándome después de todo lo que te hice?

Cerré mis ojos reflexionando sus propias palabras. Él pensaba igual que yo... o simplemente estaba leyendo mi mente.

—A veces uno hace locuras... por amor—sonreí débilmente viéndolo fijamente a aquellos ojos ámbar que tanto me encantaban.

Formó una pequeña sonrisa, pero esta desapareció al instante viendo fijamente hacia otro lado.

—Locuras por amor ¿No? —acto seguido a esto, sonrió—. Te regresaré a casa.

Segundos bastaron para que yo ya esté sentada de nuevo viendo expectante ¿Acaso lo que decía era verdad?

—¿En serio?

—Sí, pero con una condición. Sigo siendo el demonio de siempre ¡Hagamos un trato!

Inflé mis mejillas y viré los ojos. No importaría lo que me pidiera, yo quería regresar a casa de vuelta con mi hermana.

Forbidden PassionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora