Intimidad

282 1 0
                                    

Llevo ya mucho tiempo sin hablar conmigo mismo, ya no escucho ni una frase alentadora ni una mirada de decepción, llevo meses viviendo con un extraño con quien comparto un poco de ropa y a veces el rostro. La última vez que me dirigí una palabra tenía el cuello de la camisa lleno de sudor y un ramo de rosas listo para ser arrojado a la basura, esos días llevaba tanta prisa que no escuchaba mis gritos de advertencia o mis razonables cuestionamientos desarrollados a lo largo de años de buena comunicación con mi persona, !no¡. Decidí hacer caso omiso a mi experiencia y creerme más listo que yo mismo, ¡Pues a la mierda! Luego de pedirme perdón y rogarme por otra nueva oportunidad tuve una epifanía, me dije que no merecía más mi atención y por fin corte desde la raíz una relación venenosa que se llevó los mejores años de mi vida.

Sin embargo, las mañanas no son fáciles, me levanto temprano mientras veo la miseria de la que intento escapar y mientras me ducho logro escuchar como antes de abrir los ojos estoy quejándome sobre cualquier cosa insignificante; mientras peino mi cabello y abotono mi camisa trato de disimular el desdén que me produce ver el demacrado aspecto al que mi descarriado yo se somete: la barba irregular acompaña a una figura encorvada y desteñida que se refugia en autocompasión y fuma horas de recuerdos raídos por su uso excesivo. Antes de salir de esa jaula compartida, siento mi pesada mirada deslizarse por mi traje y ahogar su llanto inhalando exageradamente

En ocasiones me cruzo conmigo en la calle, me miro de reojo y simulo que no estoy ahí mientras cambio de acera evitando toda confrontación. Aunque no volteo, sé que giro la cabeza para observarme mientras me alejo. Conozco el tipo de persona que soy y estoy seguro que aún no me olvido de mí en especial cuando visito nuestro café favorito. estoy al tanto de que en cualquier momento intentare charlar como si nada hubiese pasado pero el simple hecho de imaginar mi cara de borrego rogando por piedad antes de ser degollado es algo que no puedo tolerar y es lo que me permite seguir con mi nueva vida sin mí innecesaria –y por demás torpe- intervención.

A la noche, cuando todo por fin esta en silencio y siento que duermo, me giro un poco para verme, normalmente paso un rato así mientras pienso en todo lo que ha sucedido, me susurro algún consejo y al final me doy la espalda para ignorarme de nuevo, a fin de cuentas no soy él, soy yo.

IntimidadWhere stories live. Discover now