Encuentro

417 21 10
                                    

―¿Puedes detenerte un momento? ―exclama Rosmeiry a Esteban. Ambos están en la oficina de él.

―¿Qué quieres decir? No estoy caminando ni nada que se le parezca. Tienes toda mi atención ―responde con algo de sorna.

―-No, Esteban, me refiero a tu trabajo. Ya entramos a diciembre y todavía no hemos armado nuestro arbolito ni decorado la casa.

―Rosmeiry, de eso puedes encargarte tú, yo tengo mucho trabajo en esta época del año.

―Ese es el problema, demasiado trabajo. ¿Has pensado siquiera en los regalos de los niños?

Esteban alza la mirada hacia la de su esposa.

―Creí que eso lo harías tú.

―Son tus hijos también. Además, Lucas no es mi hijo, tú deberías hacerte cargo.

El hombre entrecierra los ojos, parece un gato herido.

―Perdón, no debí decir lo último ―se disculpa ella.

―Es la verdad, Rosmeiry, Lucas no es tu hijo y soy yo quien debe hacerse cargo.

―¡No se trata de quién tiene que hacerse cargo! ―explota la mujer.

―¿De qué se trata, entonces?

―De que pares un poco, de que te olvides de tu trabajo por un tiempo.

―¿Por un tiempo? ¿Cuánto tiempo te dejaría tranquila?

―No sé, un tiempo.

―¿Sabes cuánto costaría que yo me olvide de mi trabajo por un tiempo?

―El dinero no es lo más importante ―musita ella.

―¿Ah, no? Pues hazlo saber a tus tarjetas de crédito que viven colapsadas.

―¡Eso no es cierto!

―¿Crees que no sé lo que gastas? Dime, ¿ya compraste los regalos de Navidad?

―No.

―Entonces, ¿me puedes explicar por qué tus tarjetas ya están sobregiradas? y con retiros de dinero, no con compras.

―Necesitaba algunas cosas. Ropa, zapatos.

―¿Ropa? ¿Zapatos? ¡Por Dios, Rosmeiry! tienes un cuarto lleno de ropa y zapatos por montón, creo que no te alcanzará la vida para usar todo lo que tienes.

―¿Me estás sacando en cara lo que compro?

―No, pero no me digas que el dinero no te interesa cuando no tienes problema en gastar más de lo que te doy para tus gastos, que no es poco.

―También necesito a mi marido.

Esteban sonríe con amargura.

―¿Para qué? Si ya ni siquiera quieres tener sexo conmigo.

―¡Sexo, Esteban! ―le reprocha―. Como si fuéramos animales.

―Hace mucho tiempo que dejamos de hacer el amor.

Rosmeiry aspira con fuerza y exhala con más fuerza aún.

―Si tan aburrido estás de nuestro matrimonio, tal vez deberíamos separarnos.

―¿Prefieres separarnos a tratar de arreglarlo?

―No creo que esto tenga arreglo, tú te la pasas metido aquí y te digo que allá afuera hay muchos que quisiera ocupar tu lugar.

EncuentroWhere stories live. Discover now