Nieve

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El viento movió su cabellera larga que le llegaba hasta la cintura. Tan blanca como la nieve que caía desde el cielo invernal en aquella noche de luna llena.

Parada en medio de la calle, los labios de Kisara se curvaron en una sonrisa alegre al recordar su tierna infancia en la que jugaba con su mejor amigo a lanzar bolas de nieve que la golpeaban y la dejaban aturdida.

Alzó la cabeza para observar mejor esos copos que descendían hasta el suelo. Volvió a sonreír, esta vez con más felicidad que antes.

La nieve siempre traía esas memorias del pasado inolvidable en aquel orfanato donde conoció al que, con el pasar de los años, nombró su mejor amigo y, muy probablemente, su primer amor.

Porque ahora podía decir que se había enamorado de ese niño: Seto Kaiba.

Aquel que, como ella, era un huérfano que su única necesidad era la de recibir amor.

Claro, ahora ya no eran niños. Ninguno de los dos.

Respiró hondo y continúo su camino. Danzando alegremente por las calles al tiempo que la nieve iba cubriendo poco a poco la ciudad.

Los mejores momentos de su infancia fueron con Seto Kaiba y la nieve le recordaba cada uno de esos tesoros vividos.

Sentimientos que nos UnenNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ