Capítulo uno.

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Maine, Portland, hoy.

"¿Existe algo más poderoso que el amor?"

Fue lo primero que pensé al tomar la taza de café que había dejado sobre a barandilla de madera en el balcón. Nunca me había detenido a mirar a través de aquel balcón, porque, no estaba muy a menudo aburrida, todo era, el trabajo, la casa, la comida, Sam y sus deberes, el tener que salir a jugar al parque con ella, todo el mi tiempo libre, le pertenecía. Supongo que le debo cada maldito segundo del tiempo que no le dedique antes, cuando Kelly aun vivía. Pero hoy, tenía aquel tiempo que deseaba, esas horas antes de ir al trabajo, solo una hora, solo para mi.

-Tia Kate.- una pequeña voz ronca interrumpió mis pensamientos y me gire.

Llevaba con ella, su osito de felpa blanco, "Señor Bambi"; es irónico que se llame Bambi, porque es un oso y no un ciervo huérfano, pero no discutiré eso con una niña de seis años. Usaba su pijama rosa con pasteles de cumpleaños dibujados sobre la tela y trozos de pizzas, todo un combinado de comidas agridulces ¡asco!. Me puse sobre mis rodillas y quite un mechón de su cabello largo y castaño, para ponerlo detrás de su oreja.

-¡Buenos días nena!.- le dije y besé su frente.

-¿Tengo que ir a clases?.

Reí al darme cuenta que había cerrado sus ojos y había soltado un bostezo junto con aquella frase. ¡Era preciosa!

-No linda, hoy es sábado, iras conmigo al trabajo, así que , te darás un baño y luego desayunaremos, ¿te parece?.

Asintió y salio caminando con pereza hasta su cuarto mientras arrastraba su Bambi. Era increíble lo rápido que habían pasado los meses, y lo duro que estaba siendo para Sam..,para ambas, porque Kelly había sido indispensable en su vida, y ella lo sabia, la había oído hablar en su cuarto, a solas, un par de veces, pidiendo que ella estuviera a salvo, y me partía el alma oírla lamentarse por algo, que no era su culpa. Baje y deje la taza sobre el fregadero, y volví a subir para cambiarme, con unos tejanos blanco y unas botas rosa pálido con tacón, una blusa violeta y mi cazadora negra, lave mis dientes y puse gloss en mis labios, un poco de perfume y tome mi bolso.

-Tía Kate, ¿me ayudas con mi gorrito?.

Tome de sus manos su gorrito de lana color rojo y lo coloque en su cabeza, peine un poco su cabello con mis manos y le sonreí.

-Estas lista nena, podemos irnos ya.- le dije mirándola a los ojos y la tome de la mano.

El día estaba levemente frio, la nieve aun yacía sobre el suelo de las calles del pequeño pueblo de Portland, el viento soplaba un poco y las hojas habían desaparecido hacia meses. A Sam le encantaba saltar sobre la nieve y lanzarse sobre ella para hacer pequeños ángeles de nieve, me llenaba el pecho de amor, verla tan feliz y distraída, como si en su pequeño mundo, todo fuera perfecto, bueno, así parecía. Abrí la puerta del café y salude a mis compañeros de trabajo.

-¿Que tal estas Kate?-me saludo Alan, un irlandés simpático que había llegado aquí hacia solo unas semanas.

-Bien, algo cansada.

Respondí sonriendo y camine directamente hasta la parte de atrás donde Sam se acomodo en uno de los taburetes de la cocina, y tomo un croissant con queso que había horneado la noche anterior antes de irme a casa.

-Sam tendrás tu desayuno en unos minutos, no comas aun.- la regañe mientras me ponía mi delantal y ataba mi cabello en una coleta alta.

-Es que tengo hambre y esto me llamaba desde el otro lado de la sala.- dijo con la boca llena y me voltee a verla.

Bajo tu sombra. [PRIMER LIBRO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora