Parte 2

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"Es el instante que el amor invoca;

Ven junto a mí; te sostendré con flores

Mientras robaban volando los Amores

El dulce beso de tu dulce boca". (1)

Tony leyó y releyó el texto. Parpadeando frunció un poco el ceño. La nota había llegado en un sobre junto al correo del jueves. Un pedazo de hoja casi en blanco, solamente esa frase al centro de la misma. Un nota sin firmar.

Steve observó el comportamiento de Tony durante el día, nada que indicara que había recibido su mensaje. «A lo mejor se perdió en el correo» pensó, después de todo solo era un pequeño y sencillo sobre.

A la siguiente semana, también en jueves, recibió un ramillete de violetas, adornado con un llano listón de color oro. Así, solamente eso, sin ninguna tarjeta, nada que indicara de donde provenían, eso sí, el repartidor fue específico cuando dijo que eran para Anthony Stark.

Nuevamente Steve observó el comportamiento de su esposo, naciendo en él la felicidad al ver la sonrisa de Tony al poner el sencillo ramo en un pequeño florero a la vista. James tenía razón, Tony necesitaba de esos pequeños detalles para no sentir que su matrimonio solo era un arreglo, para que viera que Steve en verdad lo amaba por quién era y no por lo que tenía.

"Déjame ver tus ojos de paloma

Cerca, tan cerca que me mire en ellos;

Déjame respirar el blando aroma

Que esparcen tus ondulados cabellos.

Déjame así, sin voz ni pensamiento,

Juntas las manos y a tus pies de hinojos,

Embriagarme en el néctar de tu aliento,

Abrasarme en el fuego de tus ojos". (2)

Otra nota en jueves, solo que esta vez Tony la esperaba con una sonrisa. El brillo en los ojos de Tony continuaba con el transcurso de las semanas. Tony aguardaba cada jueves para sonreír de manera tan dulce, tan esperanzada, tan de Tony, mientras Steve se escondía tras una esquina para observar a su marido sonreír, porque la felicidad de Tony era la felicidad de Steve.

A veces Steve dibujaba la sonrisa de Tony, a veces lo dibujaba en la puerta recibiendo el ramillete de violetas, siempre violetas, con la esperanza de que Tony comprendiera lo que significaba. A veces simplemente lo dibujaba en su taller, lleno de ideas con su mirada concentrada. Pero, la mayor parte de los dibujos de Steve eran de un Tony durmiente. Steve siempre contemplaba a su Tony dormido, le encantaba verlo de esa manera, especialmente al despertar, porque sus ojos chocolate al abrirse al nuevo día eran lo mejor en la vida de Steve.

Al transcurrir del tiempo, Steve iba de misión, no demasiado largas, pero a veces se retrasaba, sin embargo, jamás dejó de enviar puntualmente cada jueves un ramo, un poema o un dibujo para su Tony, porque él lo merecía, merecía ser amado con todo lo que el corazón de Steve daba.

Por otro lado, Tony se sentía cada día más halagado, con cada poema, con cada ramo, con cada dibujo de él plasmado en una hoja de papel, donde podía ver que esa persona de verdad lo apreciaba. Tony amaba especialmente los dibujos, casi podía sentir cada emoción que el autor tenía cuando trazaba cada rasgo, muchos de ellos eran de él en la puerta de su hogar, por lo que sabía que esa persona observaba cuando le eran entregados sus presentes, regalos simples pero con un gran contenido. Ese tipo de obsequios a los que Tony estaba poco acostumbrado pero que valoraba de infinita manera.

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