Capítulo 3: Golem

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Hubo un silencio, sólo roto por las respiraciones agitadas que éstos soltaban, que iban incrementándose cada segundo, y los distantes murmurios de las voces de los ciudadanos. Terrador intentó no perder la consciencia: Cyril abrió perplejo los ojos y desplegó las alas con estupefacción. Comenzaron a intercambiar miradas, buscando que el uno le dijera al otro qué hacer en esta situación, pero ninguno supo que decir y volvieron a fijarse en la libélula. Sparx continuó comportándose como lunático.

— ¿¡ESTÁS CUERDO!? —Rugió Cyril, paralizando a Sparx como consecuencia—. ¡DECIR TAL DISPARATE NO ES ASUNTO PARA JUGAR!

— Pero yo...

— ¿¡NO RECUERDAS QUE TU HERMANO Y SU COMPAÑERA TUVIERON QUE DAR SUS VIDAS PARA VENCERLO!? ¡ESTAMOS MUY CANSADOS Y NO TIENES QUE IR DICIENDO ESO EN PÚBLICO! —Dijo furioso Cyril, azotando el suelo con la cola.

— Yo sólo...

Terrador caminó unos pasos para ponerse delante de Cyril, interrumpiéndolo de su regaño, y haciendo que él lo mirara abrumado. Sparx se recargó contra los cuernos del guardián de la tierra, aliviado de no tener que escuchar más los gritos del frío dragón azul.

— Basta. Sí Sparx dice que el golem ha despertado, debe ser verdad —Dijo Terrador con paciencia.

Cyril volvió a guardarse los insultos, murmurando palabras como un niño castigado al que no le dejaran salir por un rato y vigilando estrechamente a Sparx por el rabillo de sus ojos cristalinos y penetrantes. Terrador miró a Sparx nuevamente.

— Guianos —Pidió amablemente. Sparx aceptó.

— Tengan cuidado cuando lo vean, porque es muy sensible —Les añadió la libélula y empezó a volar.

Los guardianes fueron siguiendo a Sparx, que volaba en línea recta, hasta que lo vieron doblar una esquina e hicieron lo mismo, casi se estrellaban entre sí por la rapidez que había tomado éste. Llegaron a la plaza central y continuaron siguiendo a la pequeña luz voladora. Luego se dieron cuenta de que la calle en la que iban se estaba llenando cada vez más de criaturas: los topos, los leopardos y hasta los dragones.

Los civiles observaban al oeste, quienes no ponían demasiado atención en lo que hacían, y en el rato que tardaron para descubrir en lo que había en aquella dirección, intercambiaron unas cuantas miradas de preocupación entre ellos. De vez en cuando, algunos murmuraban: « ¿Cómo vamos a salir de ésta? » o « ¡Debe ser una señal! ¡El Maestro Oscuro volverá! ».

— Ahí está la cabeza de ese monstruo —Dijo Sparx, mirando hacia arriba a través de las puntas de los edificios— ¿A qué no se ve poco usual?

Un bulto de piedra carmesí aparecía en el horizonte de los edificios, en aquella misma dirección.

— No perdamos más tiempo aquí. ¡Andando! —Gruñó Cyril, alzando vuelo, expulsando un aire poderoso, y arrasando accidentalmente a la libélula.

— ¡Ahora ya me crees! —Repuso el insecto amarillo, ofendido y retomando la postura, acordándose del último regaño.

De repente, Sparx se cubrió con los brazos y fue empujado hacia atrás al haber recibido otra bofetada de viento. Le costó otros segundos más en recobrar el vuelo. Miró arriba indignado y descubrió que Terrador había salido disparado siguiendo al dragón de hielo, era sorprendente la velocidad que podía tomar a pesar de su tamaño robusto y pesado.

— ¡Oye! —Mustió Sparx, irritado—. ¿Ya nadie respeta al Asombroso Sparx?

Entonces, como si fuera un pequeño berrinchudo, empezó a seguir a los guardianes. Ellos se iban perdiendo de vista al mezclarse con los edificios de Warfang. Sparx tuvo que acelerar el vuelo, pero asegurándose de estar en una distancia irónicamente lejos de ellos, mientras se cruzaba los brazos con rencor.

La Leyenda de Spyro: El Reino de Éter [CANCELADA]Where stories live. Discover now