Capítulo 3: Golem

Magsimula sa umpisa
                                    

— Con que... Es cierto que continúa vivo —Susurró Cyril, mirando mal al objetivo y poniendo un tono de desprecio.

Los dragones dejaron que las alas fueran perdiendo altura, y Terrador vio una gigantesca roca viviente ocupando la mitad de una calle, lleno de más civiles que en la zona anterior.

— ¡Intentemos ser cuidadosos! ¡Según Sparx, es delicado! —Explicó Terrador, serio—. Sí lo atacamos ahora, podría repetir esa catástrofe.

Cyril, de mala gana, asintió. Los guardianes descendían más y más. Entre los edificios destellaba ya el borde una gran cabeza rocosa y roja. Abajo lo rodeaban una multitud curiosa, más de topos que de otras especies.

— ¡Con permiso! —Exclamó Cyril cuando, con un ligero revoloteo, tomaron contacto con el suelo. Su aviso causó que el grupo les diera espacio suficiente para cruzaran y llegaran frente al ser que una vez consideraron como enemigo mortal.

— Así que aún no has muerto... Golem —Comentó Terrador, analizando desde abajo hasta arriba al titán, con desconfianza y un poco sorprendido.

En efecto. Era un monstruo de tamaño similar al de un enorme edificio. Su cuerpo estaba compuesto únicamente por lava, que era visible desde su pecho hasta el cráneo, y de su boca escupía magma como saliva. Sus extremidades inferiores eran iguales a las de una araña, cuatro en total, y las superiores eran brazos colosalmente enormes, sólo que el izquierdo, en lugar de ser una mano rocosa caliente, era partes superiores de un edificio con forma de mano. Tenía una cola larga llena de picos en la punta. Aquella temible criatura estaba apoyado de espalda contra un edificio y observaba curiosamente a su alrededor, como si fuese un niño perdido, e increíblemente no atacaba a nadie, a pesar de que éstos toqueteaban sus múltiples piernas, dándole golpecitos suaves, tomándole medidas, registrando su estructura y otras cosas.

Terrador continuó plantado, como estatua, supervisando la actitud infantil y sospechosa del monstruo colosal de fuego.

— ¡Ven! ¡No fue mentira lo que dije! —Recalcó Sparx, llegando con ellos.

Le pareció que su comentario no había llegado a los oídos de Terrador ni de Cyril, que paseaba con la mirada buscando un integrante de confianza que haya investigado al Golem, y luego él plantó su cabeza de serpiente sobre el cuerpo diminuto de un leopardo. Era de color gris, tenía una túnica verde marino y llevaba en una mano un pergamino color arena y en la otra una pluma blanca de escribir. El felino retrocedió un paso al sentir al dragón, y lo miró fijamente.

— Disculpad. ¿Puedes explicarme cómo paso esto? —Preguntó Cyril al leopardo mientras que El Golem se comía un bulto de carbón que le habían dado los topos.

— No, no sé muy bien qué sucedió pero creo que esa libélula tuvo algo que ver —Mencionó el leopardo gris, señalando con la pluma a la libélula—. Huyó del lugar segundos después que salió Golem de los escombros, y vino de regreso con ustedes.

En aquel momento, se oyó un quejido pequeño que Cyril reconoció al instante y automáticamente se giró hacia él, descubriendo al insecto que trataba de escapar volando y lanzándole una mirada asesina. La libélula quedó petrificada al recibir su mirada.

— ¡Será mejor que me retire! ¡Con permiso! —Dijo el leopardo gris, dándose la vuelta y escapando del regaño que se venía.

Entonces, Cyril caminó hacia la libélula, parándose frente a ella, y ésta guardó silencio mientras movía con pánico los ojos, en todos lados para no mirar directamente al dragón de hielo.

— Así que... —Dijo Cyril.

— ¿Qué tal la investigación? —Dijo Sparx, poniendo lo que él consideraba una voz alegre y encantadora.

La Leyenda de Spyro: El Reino de Éter [CANCELADA]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon