-Bla bla, bla, lo que tú digas. Pero no vais a ir a los pasadizos. –Dice Mateo.

-¿Y qué? ¿Se lo vas a decir a Héctor? Venga, díselo, estoy deseando saber a qué hospital mental te mete, porque no te va a creer. –Dice Iván.

-Ellos, ¿Qué te han prometido? Para que estés haciendo esto a unos críos. Sea lo que sea, no te lo van a dar. Y que sepas, que el primero en caer, vas a ser tú. –Dice Marcos.

Los chicos se marchan, pero Mateo se queda reflexionando sobre lo que le ha dicho Marcos.

Llama por teléfono.

-En quince minutos nos vemos.

Entra a los pasadizos y se encuentra con Camilo.

-¿Qué era eso tan importante que me tenías que contar? ¿Qué han hecho los chicos? –Dice Camilo.

-Nada, iban a entrar, pero les he convencido.

-Ahora que saben que eres de los malos, tienes que tener cuidado, pueden hacerte algo. –Dice Camilo.

-Y a mi hija, ¿Le seguís dando la medicación?

-Claro que sí, Mateo. Te dijimos que si hacías todo lo que te decíamos, tu hija iba a estar sana y salva.

Mateo se marcha y mientras empieza a recordar...

Hace un año.

Su hija tiene cuatro años. Es una niña preciosa, morena con los ojos verdes. Ha salido a su madre en todo. La quiere con locura, pero lleva unos días que no se encuentra bien, la han llevado a los médicos de toda la ciudad, pero ninguno sabe dar con lo que le pasa. Muchos dicen que es una enfermedad rara, que no tiene cura. Pero ellos no pueden dejar que su niña, poco a poco muera.

Tras mucho mirar, encuentran una clínica que se llama OTTOX, al parecer ha tenido varias denuncias por tratar con humanos, pero cuando está en juego la vida de tu hija, no tienes límite.

Decide entrar y saber qué es lo que va a hacer.

Sale de allí esperanzado, aunque no le aseguren cien por cien que se va a curar, tiene varias posibilidades. La niña empieza a ir a esa clínica, y parece un milagro, la enfermedad ha remitido. Pero el tratamiento, era demasiado caro por lo que Mateo, tuvo que empezar a trabajar para ellos.

Su mujer, le advirtió varias veces con que aquello no era seguro, pero si no lo hacía, iban a matarlas y no podía consentirlo.

Mateo sale de los pasadizos y se dirige hacia su habitación, sigue sin poder dejar de pensar en lo que Marcos le dijo. Quizá lleve razón. Quizá es hora de darle su merecido.

Pasa la noche y duermen tranquilos. Todos menos Iván, su amigo no le habla y para colmo, no puede dejar de pensar en María, bueno mejor dicho en su cicatriz.

Amanece. Es hora de ir a clase. Todos se despiertan y se ponen sus uniformes. De pronto, reciben un mensaje, todos a la vez. Alguien los cita a las once en la ermita.

-¿Vosotros también lo habéis recibido? –Dice Vicky.

-Sí, pero no podemos ir. No sabemos si es una trampa. –Dice Carol.

-No creo que sea una trampa. Nos han tenido cien veces a huevo y no nos han hecho nada. –Dice Julia.

-Yo voy a ir. –Dice Marcos.

-Está bien, todos a las once allí. Iremos juntos. –Dice Iván.

Héctor interrumpe el desayuno y llama a Iván.

-Iván, tenemos que hablar. –Dice Héctor.

-Dime. Esta vez no he hecho nada. –Dice gracioso.

El Internado.Kde žijí příběhy. Začni objevovat