Escapando del peligro

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-¡Mamá, Papá, Anya!- Miro como Aleksi entra en la casa con la respiración acelerada y la camisa empapada de sudor.

-Hola hijo, ¿Paso algo?- Me acerco a él algo confundido.

-¡Tomen todo lo que puedan y suban al auto, tenemos que huir!- Milenka se acerca hacia nosotros con una gran sonrisa.

-¿Qué pasa Alek, huir de qué?

-¡NOS VAN A MATAR SI NOS QUEDAMOS AQUÍ MAMÁ!- Mire a Milenka y volví a mirar a Aleksi a los ojos.

-Hijo... ¿Consumiste drogas?- El me miro confundido y desesperado; se movía de un lado a otro, sus manos temblaban.

-¡TENEMOS QUE IRNOS YA!- Tiro de su cabello en repetidas ocasiones y corrió hacia la cocina a buscar las llaves del auto las cuales yo tenía en la bolsa del pantalón.

-¡Aleksi!, ¿A dónde crees que vas?- Lo seguí hasta la cocina; él nunca se había comportado así, Anya al mirarlo en su estado corrió a abrazar a Milenka.

Mientras discutía con Aleksi sobre su estado un estruendo resonó por toda la casa, todos nos quedamos en silencio por un instante, de repente una ola de balas se abalanzó sobre la casa, nos tiramos al suelo rápidamente, no entendíamos que estaba pasando, los cuatro salimos de la casa hacia el patio trasero arrastrándonos lo más rápido que podíamos bajo el frio acero que quemaba al rosar nuestra pálida piel y amenazaba con quitarnos la vida si hacíamos un mal movimiento.

Una vez afuera subimos al auto de manera rápida, prendí el motor del auto, empecé a conducir a toda velocidad, sin rumbo, con el corazón acelerado y la respiración pesada.

La ciudad se encontraba medio llena, mi día tranquilo se había convertido en una extraña persecución; Anya se encontraba en la parte trasera del auto, llorando desconsoladamente mientras se aferraba a Aleksi, parecía que si se soltaba de el aun que sea un poco moriría en ese mismo instante.

Habían pasado un par de horas desde que habíamos salido de la ciudad, mi estómago rugía como si no hubiese comido desde hace un mes, mire a mi esposa quien se encontraba dormida, estaba hecha bolita por lo fría que estaba la noche, mientras checaba el espejo retrovisor me di cuenta que Aleksi y Anya se habían quedado dormidos abrazados; cuando miraba el oscuro camino de concreto pensaba, ¿Cómo fue que terminamos así?, ¿Por qué nos ocurría esto a nosotros?, ¿En que hemos fallado?, estaba destrozado.

Era de madrugada y el hambre no cesaba por lo que decidí parar en la siguiente ciudad. Detuve el auto afuera de un oxxo, le dirigí una última mirada a mi esposa e hijos para posteriormente bajar con una navaja de bolsillo que traía en la guantera del coche, entre en la tienda y cheque que no hubiera nadie alrededor ya que no quería que nadie me viera; me acerque hacia el mostrador lentamente, sentía como cada paso provocaba que mi corazón se acelerara poco a poco, mi respiración se empezaba a hacer cada vez más pesada y mis pasos algo torpes, sentía como el frío sudor recorría mi frente, tarde o temprano tendría que hacerlo ya que no teníamos dinero, tampoco podía permitir que mi familia sufriera de hambre durante una situación como esta.

Detrás del mostrador se encontraba un señor mayor de aproximadamente 60 años, sus arrugas y su blanca cabellera lo delataba.

-Deme todo el dinero que tenga - Dije mientras sentía como mis piernas me temblaban.

-Pero no puedo hacer eso señor – Él señor me miro algo confundido, pero no tenía tiempo para darle explicaciones.

-Solo hágalo, no quiero lastimarlo por favor- Le dije de la manera más tranquila posible mientras sacaba mi navaja apuntando hacia él.

En la profundidad del bosqueWhere stories live. Discover now