El principio del todo.

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-Usted dirá.

-Seré breve. Soy el abogado de la Familia Novoa Pazos. A mi cargo han quedado dos niños. Marcos y Paula. Marcos tiene dieciséis años y Paula, seis. No tienen a donde ir, ni familia que les pueda cuidar, yo no me puedo hacer cargo de ellos, y estoy seguro que sus padres hubiesen querido tenerlos aquí. Le estoy pidiendo que sea su tutor legal.

-No sé si voy a poder cumplir su deseo. Quedan dos semanas para que empiecen las clases y todas las matrículas están echadas. Además, no conozco a esos niños.

Cuando cogí ese expediente y vi la cara de esa niña, supe que era ella. Mi decisión cambió al segundo de ver la foto. –Pensó Héctor.

-Estoy desesperado. Me he informado sobre usted y sé que es una persona responsable.

-Cuente con ello. Marcos y Paula, están admitidos.

Mario en aquel momento, el cambio repentino de idea de Héctor le vino casi de sorpresa, pero al decir que sí, no le puso ninguna pega.

Ahora.

-Marcos, Marcos, ¿Por qué este señor me mira con esa cara? ¿Es que no te gusto? –Dice Paula, despertando a Héctor de su pensamiento.

-No, no, que va. Si eres la niña más guapa de este colegio.

-Internado, dirás. –Dice Marcos, a la defensiva.

-Vuestra casa. –Dice Héctor. Sabe que no va a ser fácil.

Mario se va del internado prometiéndoles que los visitará más a menudo.

-Ya está. Podemos seguir con lo establecido. –Dice Mario hablando por teléfono.

Marcos y Paula, cogen sus cosas y se marchan a sus respectivas habitaciones. Hoy es el primer día de clase y no quieren empezar con mal pie.

A fuera, todavía los coches siguen llegando.

-Mamá. Basta ya, en navidades iré a veros y además seguro que hay algún puente y puedo ir a casa. –Dice Vicky.

-Ya lo sé hija mía, pero es que se me hace tan difícil decirte adiós. Estudia, no hagas el tonto y conserva la beca. Recuerda que es lo único que te conserva aquí.

-Que sí, mamá. –Dice Vicky, alejándose.

Otra vez aquí. Un año más cerca de conseguir mi sueño. Tener un futuro. Yo venía de una familia humilde, de clase obrera. Mi padre era albañil y mi madre trabajaba de dependienta en una tienda de ropa. Con mucho sudor y lágrimas, conseguí entrar en este internado. Estos tres meses se me han pasado volando, estaba deseando ver a Carol, Roque, Cayetano y como no, a Iván. Allí estaba, dándose el lote con mi mejor amiga, Carol. –Piensa Vicky de camino a la puerta.

-Hola, hola. –Dice Vicky, abalanzándose a Carol.

-¡Qué ganas tenía de verte! –Dice Carolina, quitándose de los brazos de Iván.

-Ya estamos todos. –Dice Iván.

-Tenía ganas de veros a todos. Tres meses en el pueblo dan para mucho. –Dice Vicky.

-Que ilu. Pues yo no tenía ninguna gana de veros el pelo. –Dice Iván, cogiendo sus cosas para entrar dentro.

Un curso más, aguantando a los profesores y los exámenes. Casi nunca solía aprobar, pero no pasaba nada, es lo que tiene que tu padre sea el mayor accionista del colegio. Que te hace invencible. –Piensa Iván.

Todos entran y se marchan para sus habitaciones. Tienen una hora para colocar toda su ropa y prepararse para empezar las clases.

Carolina y Vicky, siguen durmiendo en la misma habitación. Les ha tocado juntas, como siempre. Piensan que es lo único bueno que tiene ese colegio. Igual les pasa a los chicos.

El Internado.Where stories live. Discover now