II - Si los "quizá" existiesen

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— Bien, déjame ver si entendí... ¿te encontraste con ella en el taxi, te dio su número, y la dejaste ir sin más?

Cada vez que Gwen repetía la misma frase se sentía más idiota. Suspiró, mirando por la ventana de la cafetería de la universidad. La nieve no se detenía y él sólo llevaba unos jeans y una musculosa. Tomó un sorbo de su cappuccino, intentando evitar la mueca de "¿Eres estúpido o te haces?" de la mujer frente a él.

— Es que... — se calló un momento —, iba tarde a Cálculo.

— Tú no eres más imbécil simplemente porque tocaste fondo — inclinó la cabeza y suspiró —, ¿me estás diciendo que volviste a ver al "amor de tu vida" y tu excusa para pasar de ella era "iba tarde a Cálculo"?

— En mi defensa tengo un examen muy importante la próxima semana — se defendió tomando otro sorbo de su café.

— Inaceptable — declaró.

Pues sí, eso era exactamente lo que había sucedido. Pudo invitarla a comer un sándwich, o sólo abrirle la puerta y acompañarla adondequiera que fuera a ir. Pero no, decidió responderle un: "Tengo retras—...perdón, estoy retrasado. ¿Me das tu número?" Y ya. Once años, ¡once largos años para verla y decirle eso!

— Soy un idiota — bufó poniendo una mano en su mentón.

— No voy a ser yo quien lo niegue — lo golpeó en el hombro amistosamente —, aunque tampoco es para tanto...bueno, sí lo es, pero mira el lado positivo, tienes su número, ¿no? Pues llámala o algo.

— Ya — contestó — ¿y qué quieres que le diga? "Hola, ¿quieres ir a comer algo con tu ex que te hizo mil promesas y luego te engañó con tu mejor amiga?"

— Sí, algo como eso — rodó los ojos —, o podrías simplemente descubrir adónde iba hoy por la mañana, tratar de no parecer un psicópata, encontrártela "casualmente" por la calle e invitarla a comer.

Hubo un breve silencio.

— Eres rarísima — comentó —, ya recordé por qué terminé contigo.

— Sí — suspiró, y apuntó con el dedo detrás del joven —, yo también.

Se volteó y escupió algo de la bebida caliente que consumía. Ahí estaba, la voluptuosa imagen de la morena, comprando algo en el mostrador de la cafetería. Su cabello estaba perfectamente peinado en  una melena ondulada, y bueno, era lo único que podía notar al verla de espaldas...a excepción de su trasero...

— Cuidado Duncan, tu saliva va a hacer que alguien se accidente — soltó una carcajada su acompañante —, creo que estabas demasiado embobado viendo las nalgas de burbuja de la estirada, que no notaste que Geoff y Bridgette vienen con ella.

— ¿Quiénes?

— Ya no voy ni a molestarme — sentenció, y sonrió de forma ladina —, vamos a saludar.

— ¡Jelou! Ahí está Courtney, ellos vienen con Courtney. No sé si no estabas enterada, pero dos de esas tres personas que están allí nos odian. Y la tercera es bastante influenciable por su novia.

— El tiempo todo lo cura — hizo un guiño —, límpiate la barba, tienes crema. Y también podrías quitarte los piercings y teñirte el mohicano de hipster a un color más acorde al 2017.

— Sabes que jamás volveré a teñírmelo de rosa, ni por todos los millones de dólares que Chris me pudiera ofrecer.

Ella rió y se levantó de la mesa. Llamó la atención de los muchachos que se encontraban allí con un grito, y corrió hacia ellos. Lo que él no esperó fue la reacción de las mujeres, especialmente de Courtney, quien la abrazó con fuerza e incluso podría jurar que vio un par de lágrimas. De la sorpresa, ni siquiera notó cómo Geoff se acercaba hacia su mesa, y lo abrazaba dándole dolorosas palmadas en la espalda.

LovesickWhere stories live. Discover now