Parte I

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-No lo hagas, por favor no me dejes-decía un niño pequeño en el portal de la puerta con voz quebrada-por favor

Desperté asustada, después mire a mi alrededor y reconocí una habitación blanca, con olor a alcohol y sangre. Me encontraba en un hospital, a mi lado derecho estaba mi madre con su cabeza apoyada a la cama.

Intentaba mover mi brazo, pero mi cuerpo sentía un dolor muy profundo; después de ver que mis esfuerzos eran en vano me volví a sumergir en mis pensamientos.

Desde hace un mes que tenía el mismo sueño y no le encuentro explicación lógica al asunto, creo que necesitare un psicólogo-de todas maneras se ha vuelto una carrera muy popular-, mas la duda más urgente que tenía en ese instante era el porque me hallaba en un hospital.

Mi último recuerdo en ese momento era que iba en un bus junto a mi padre y nos dirigíamos a la Serena a visitar a mis abuelos.

- Mamá......mamá- susurraba mientras con mis dedos intentaba tocar su cabeza- mamá.....mamá

Ella despertó, me miro, me volvió a mirar y se puso a llorar; a mí nunca me había gustado verla en ese estado, mi corazón se oprimía y pareciera que se partía en dos.

- ¿Qué sucedió?- le decía lentamente

- No te preocupes por eso ahora, mejor descansa- decía mientras acariciaba mi cabello

- ¿y mi papá?

- Él está bien, en estos momentos lo deben estar dando de alta, no tienes que complicarte, lo principal en estos momentos eres tu.

Paso una semana y yo iba recuperándome, me habían entregado un certificado médico de reposo de unos 3 meses, por lo cual tampoco podría asistir a la escuela. 

Me pasaba la mayor parte del día acostada, leía mis libros, veía un poco de televisión, me entretenía un rato en el computador y dormía

Lamentablemente en mis sueños se me presentaba con más frecuencia ese acontecimiento extraño, el cual no podía olvidar, no lo podía quitar de mi cabeza.

En los sueños se me aparecía ese niño gritando que me quedara, que no lo dejara; él se veía muy triste, como si perdiera a su único familiar, a la persona más importante en su vida y no le quedara nadie más con quien estar.

Una noche de luna nueva, volví a soñar lo mismo, pero en esta oportunidad se me mostraban más cosas.

Me encontraba dentro de una casa muy bonita, de paredes amarillas, en ellas colgaban unas pinturas de paisajes, otros con personas, aparentemente los dueños del hogar u otros familiares.

Extrañamente yo salía en uno de esos cuadros junto al niño que cada noche me gritaba. De pronto un salón se llenaba de personas con celeridad, al parecer se realizaría una cena.

- Siempre tan linda y sencilla- me dijo un hombre mayor- por esas cosas te quiero tanto- mientras me abrazaba- mi niña, has crecido has convertirte en una hermosa señorita.

Así como el caballero, varias personas me saludaron y yo, por cortesía, les respondía cordialmente hasta que el niño se me acerco, sin que me diera cuenta.

- ¿Por qué tan callada?- hablo de forma melodiosa- pareces ausente ¿te preocupa algo?- a pesar de su corta edad, al hablar parecía mayor, como si fuera un ser milenario.

- No.... Nada- decía en susurros, verlo me provocaba un dolor en mi pecho

- Sabes-dijo alegre y tomándome de las manos- no debes preocuparte yo siempre estaré contigo

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