El otro chico que iba con él de tez canela, pelo largo y negro le dijo algo, el primero frunció el ceño y el otro giro también su cara hacía mí ¡Joder que buenos que estaban! Tras esto se disculparon y salieron justo a tiempo para que el corazón dejase de aporrearme de ese modo desbocado y molesto, casi creí que se me iba a salir por la boca de tanto ir al galope.

Yo exhale aliviada y volví a concentrarme en mi hoja dibujando distraídamente mientras jugueteaba con mi pelo, por suerte no me habían señalado ni nada raro. Para que nos entendamos…aquellos a quienes los ojeadores seleccionaban era porque no eran normales, tenían algún tipo de don o capacidad especial, resumiendo eran brujos y o brujas y cosas por el estilo. Los elfos no contaban, ya que ya eran de su comunidad. Estos tenían unas preciosas y elitistas universidades que a mí más me parecían sectarias y separatistas. Por suerte, parecía que no había ningún bicho raro ¿Pero entonces… que hacían allí dos ojeadores de las dos universidades? ¡Es más, ¿cómo podían estar ambos allí?, no se tragaban, eran la luz y la oscuridad, el bien y el mal por decirlo de alguna manera! Quizás exagero un poco…

Es igual, a mí me daba igual. La campana sonó y todos salimos en tromba hacía los pasillos que pronto quedaron abarrotados, abrí la taquilla y deje dentro los libros, saque de la carpeta aquello que no necesitaba y me colgué la bandolera al cuello tras guardar la carpeta y di un respingo cuando al cerrar la puerta de la taquilla vi tras esta la cara de un chico. Di un paso atrás y cuando parpadeé él ya no estaba allí. Aún así mi corazón iba nuevamente a la carrera y mis ojos se encargaron de divisar al dueño de aquel rostro perturbador, estaba al fondo del pasillo, con otros cuatro chicos y una chica. Sus ojos completamente negros estaban fijos en mí.

Su pelo era negro y largo cosa que realzaba su piel pálida y tersa de un modo siniestro y arrebatador. La forma de su cara era algo afilada y sus labios eran golosos. Estaba apoyado en una de las taquillas con una pose de chulo-cabrón deliciosa cosa que hacía que parte de su pecho quedase al descubierto ya que llevaba una camisa blanca desabrochada y una especie de gabardina larga y negra con pelo en el cuello y los puños, los pantalones eran negros también y hacían que pareciese aún más delgado y alto de lo que en realidad era.

Cuando conseguí llevarme algo de aire a los pulmones todo su grupo estaba mirándome, baje la vista haciendo que me ponía bien la bolsa y alce la barbilla avanzando decidida por el pasillo pese a que me atronaba el pulso en los oídos a medida que iba acercándome a ellos ¿Por qué demonios tenía que estar en ese lado la salida? ¡¿Y por que estaba yo tan desquiciada hoy?!

En ese instante Silis me llamo gritando que la esperase y yo le dedique una sonrisa cuando estuvo a mi altura, ella nunca sabría lo mucho que agradecí su intervención, suspire aliviada interiormente y la escuche mientras me contaba lo que le había pasado el fin de semana pasado. Cat e Irene ya movían la mano desde fuera para que nos diéramos prisa. Tres pasos más y estaríamos a su altura…

Un peso cayó sobre mi espalda y note un brazo rodeando mis hombros

¡Eh Kit! ¿Qué tal preciosa? ¿Vas a venir esta noche a la fiesta, no? – pregunto Guil usando su deslumbrante sonrisa mientras yo intentaba que no me aplastara bajo su peso. Claro. ¡Genial! Pues nos vemos allí, no me falléis, y tú tampoco – se aparto señalando a Silis y a mí en plan pistolero a la vez que guiñaba un ojo.

Ella se hecho a reír y nos miramos negando con la cabeza, ella suspiro tras el ataque de risa y puso los ojos en blanco.

¡Hombres! Ni que lo digas… pero dudo que Guil llegue a hombre por el momento.

Ella volvió a soltar su alegre risotada y seguimos andando hacía la puerta. El corazón volvió a desbocárseme cuando ya pasábamos junto a los ojeadores. Creía que me iba a dar un ataque.

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⏰ Última actualización: Jun 04, 2013 ⏰

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