Lentillas que te Dejan Ciego

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Llegado el día de la barbacoa el aspecto de Elena era simplemente espectacular, sus compañeros de clase se giraban a mirarla sorprendidos, sin duda la inversión que había hecho en ponerse guapa estaba dando sus frutos porque incluso sorprendió a Arturo mirándola con cara de idiota en un par de ocasiones. Toda la mañana tuvo que despachar a los otros chicos que había en la fiesta y que no paraban de acercarse a hablar con ella, no quería que Arturo la viera hablando con otros y declinaba sus ofertas lo más amablemente que podía, aunque eso sí, de una forma tajante para que no se volvieran a acercar.

Comenzó la barbacoa y entre el humo inicial y el calor que hacía al mediodía, todos los jóvenes estaban empapados en sudor y decidieron darse un chapuzón en la piscina. Elena por supuesto no estaba dispuesta a mojarse y su biquini era más una prenda para no desentonar con los demás que para bañarse. Había invertido demasiado dinero en peluquería y maquillaje como para estropear su inmaculado aspecto divirtiéndose con el resto.

Arturo como buen anfitrión seguía avivando el fuego de la barbacoa y Elena vio el momento perfecto para acercarse a hablar con él, ya que todos los demás invitados jugaban en la piscina.

- Hola, Arturo, gracias por la invitación, la fiesta está genial.

- Guau, Elena, estás tan guapa que cuando entraste por la puerta casi no te reconozco.

Elena sonrió y entre los dos comenzó una conversación en la que cada vez estaban más cerca. Cuando llevaban más de quince minutos hablando, el fuego de la barbacoa (que estaba casi desatendida por Arturo) era tan fuerte que el calor era insoportable, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a romper ese mágico momento que sin duda era el preludio de su primer beso.

Pero algo inesperado sucedió, cuando Arturo se estaba envalentonando y había posado su mano sobre la cadera de Elena y se acercaba a besarla, la ex novia del chico apareció en escena dando gritos.

- ¡Lo sabía! ¡Estabas esperando que me diera la vuelta para acostarte con cualquiera! ¡Eres igual que todos!.

Arturo se quedó paralizado por un momento, como si tuviera que darle explicaciones a su ex novia por su comportamiento, pero en ese momento recordó que lo habían dejado bien claro, su relación estaba rota y él era libre. Caminó hasta ella y la llevó a un rincón del jardín donde comenzó a hablar con ella tratando de calmarla y que dejara de montar un espectáculo.

Elena se quedó clavada en el sitio sin saber qué hacer y sin poder retirar la mirada de su enamorado, que discutía acaloradamente al otro lado de la barbacoa. Hacía mucho calor y le escocían mucho los ojos, pero estaba tan bloqueada y dolida por la situación que todo le daba igual y aguantó estoicamente varios minutos en el sitio hasta que sucedió algo que no podía esperarse…

De repente Arturo se inclinó y besó apasionadamente a su ex novia. Parecía que todo su esfuerzo y el mágico momento que había vivido con él hacía unos minutos se habían esfumado. Sin poder contenerlas, un par de lágrimas comenzarón a brotar de sus enrojecidos y resecos ojos. En ese momento sintió un dolor tan fuerte que se tuvo que llevar las manos a la cara. Era como si sus lágrimas fueran ácido, le quemaban los ojos y comenzó a gritar como loca.

Sus compañeros no sabían cómo reaccionar y la rodearon para ayudarla, pero ella no paraba de gritar de dolor y retorcese en el suelo. Al parecer las lentillas de mala calidad que había comprado a los chinos se habían derretido por el calor intenso de la barbacoa; y sus lágrimas, al entrar en contacto con el plástico, poco menos se convirtieron en vapor y acabaron de ablandarlas.

Sus amigas trataron de calmarla echándole en los ojos un poco de agua fría, pero parece que eso no hizo más que empeorar la situación, porque las lentillas, al enfriarse tan rápidamente, se quedaron totalmente pegadas a sus córneas. Arturo y otros amigos la llevaron al hospital más cercano en menos de media hora, pero tras varias operaciones a lo largo de interminables semanas, Elena sufrió la desgracia de perder la visión en ambos ojos. Fue imposible despegarle el plástico derretido de sus ojos y causandole daños irreparables.

NOTA: Esta es una dramatización de una leyenda urbana que circuló recientemente en internet. En la versión original (disimulada con formato de noticia) se habla de que una chica perdió la vista tras mirar prolongadamente las ascuas de una barbacoa que acabaron derritiendo sus lentillas. En realidad aunque es posible que las lentes de contacto se derritan al exponerse a temperaturas muy elevadas (por encima de los 90º centígrados y durante más de diez minutos) es realmente improbable que esto ocurra porque normalmente el dolor que causaría en los ojos obligaría a la persona a apartarse. Realmente el daño sería casi el mismo con lentillas que sin ellas ya que el humor vítreo que hay en el globo ocular está compuesto en un 99% de agua y un calor tan intenso poco menos que haría “bullir” el ojo desde su interior.

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