-Déjame en paz.
Tales señales de violecia como azotar puertas y gritarle a una criatura tan inocente como Park Jimin, hacían que la sangre de Taehyung hirviera, odiaba al pelinegro con su alma, lo estrangularía si pudiera.
Pero ahí estaba el pequeño cuerpecito de Jimin acurrucado en el piso a lado del sofá, temblando y llorando a causa de los continuos rechazos de su amor platónico, pero aún así, rogaba a su hermanastro Taehyung que no le tocara un solo pelo a Yoongi, por más que este le hiciera tanto daño psicológico.
- Jiminnie...Ah, solo por ser tú, haré caso a tus ruegos.- El castaño se arrodilló frente a su hermanastro, secó con sus grandes palmas la corriente de agua que resbalaba por los esponjosos pómulos de su pequeño tesoro.
-Taehyung, gracias.
El rubio se inclinó hacia el rostro de su hermastro, para plantar un beso húmedo en sus labios.
Tal como una corriente de luz y un enchufe, seguían unidos sus labios incluso luego de un rato, de mala gana, el castaño se separó de Jimin
-Me da miedo cuando me tocas, Taehyung.
-Al igual que tú, a mi también me da miedo, hermanito.
