Las imágenes volvieron a pegarme una y otra y otra vez. El silencio se hizo cada vez más molesto y el tiempo corrió como si no hubiese un mañana.

Volví a dejarme caer en la grande cama, esa del hombre que por más repudiaba, ahora le tenía cierta lástima. Lástima por lo que le había pasado y por como se había sentido. Era claro que no lo excusaba de sus acciones pues se merecía una gran penitencia, pero conociendo ahora sus razones tras sus obras, creo que podía entenderle. No poderte suicidar... era un gran castigo.

La noche lluviosa que en mi sueños se había proclamado volvió a mi mente sigilosamente y entonces recordé al Liam desecho y al Volker burlón y contento. El recuerdo me hizo temblar. La imagen de aquel hombre moreno y tatuado realmente me intimidaba. ¿Sería que ese miedo que le tenía era por algo más que mi violación? Recordé la pelea y los gritos de aquel vampiro sanguinario. ¿Cuáles habían sido sus palabras exactas? "No tienes pruebas."

¿Pruebas a qué...? ¿El estaba inmiscuido en todo este asunto o no? Traté de recordar las palabras y justo entonces, se me vino a mi mente la exasperación del pelirrojo destruido por el desamor.

Definitivamente, él había tenido algo que ver en la cuestión; inclusive el Liam del pasado lo había insinuado y no creía que el fuese de la clase de chicos torpes para soltaban infracciones solo por enojo. Además, aquello daba pautas al porque se odiaban tanto. Liam lo había golpeado e inclusive le había dejado una marca en su perfecto rostro. Volker tenía todas con las que ganar si de venganzas estuviésemos hablando. ¿Pero eso que tenía que ver conmigo, incluso el Congreso? ¿Qué tenían que ver ellos en esa disputa que se tenían ellos dos desde hacía ya varios años?

Cerré los ojos con un inmenso dolor de cabeza. Pensar en los secretos y confusiones de su historia tan solo me dejaban hambrienta de respuestas. Y eso, lamentablemente para una humana como yo, no sería tomado como una urgencia a resolver. 

Así que regresando a la realidad y enfrentándome al más grande misterio, traté de disipar las imágenes que volvían cada segundo a mí; porque con cada fotografía que veía y escuchaba, yo más me apiadaba de él y no quería perdonarlo... yo solo quería odiarlo más y sentir frío al estar a su lado. ¿Pero cómo podría ahora? Ver al Liam feliz y enamorado había cambiado mi punto de vista a su persona y me hacía sentir, irremediablemente, un estilo de celos.

¿Por qué no era de esa manera conmigo? ¿Por qué no me sonreía de la misma forma en que lo había hecho con ella? ¿Por qué no era ese Liam? ¿Por qué me había tocado a mí el hombre que maltrataba y miraba a todos de una manera déspota y arrogante? ¿Por qué había nacido en esta era? ¿Por qué me había tenido que comprar él?

Suspiré entristecida, ciertamente porque aunque yo rogase por algo diferente, tendría siempre a ese despiadado hombre que nunca me dejaría ir a casa.

Miré mi mano y luego mi cabello que se hacía notar al fin en colores grisáceos. El tinte azul, ese que me habían puesto al llegar, se estaba decolorando. Acaricié las puntas maltratadas y, apartando la mirada entonces hacía mi desnudo brazo, divise la cicatriz que me hizo recordar algo. En mi segundo sueño, Liam se había tatuado sus iniciales en el pecho.

¿Sería posible que él aún tuviera aquella marca en su cuerpo?

Mordí mis labios para hacerme recapacitar. ¡Esto ya era pensar demasiado! ¿Verle desnudo para comprobarlo? No, eso sería una locura.

—¿Caroline? —Una voz me hizo deshacer mis desvergonzados pensamientos y mirar al frente con cierta confusión. Karen me había sacado un susto, pues aunque sorprendida se veía, ya se había tirado encima mío—. ¿¡No estoy soñando, verdad!? ¡Al fin estas despierta!

Era vampiricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora