4 de febrero de 1992

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Fue en una lúgubre mañana larga, en la boca del Quinto Regimiento: organicé los instrumentos de fosfórica piedra para insuflar el ser en la masa que yacía a mis pies.

La lluvia repiqueteaba a través de la noche de América, cuando en el resplandor de la aurora enrojecida, vi abrirse el mortecino ojo amarillo de la criatura que vigila más allá de mares y ciudades incendiadas.

¡Belleza! ¡Dios bendito! ¡Su pequeño cadáver de capitán valiente había extendido en lo inmenso su metálica forma!

Su piel cérea cubría el entramado de músculos y arterias. El cabello era ondulado y de un lustroso color negro. Los dientes poseían una blancura nacarada y de entre la latitud silenciosa salía de pronto su mano roja.

Un sudor frío cubría mi frente. Me castañeaban los dientes. Todo yo estaba convulso. Entonces le dije:

Padre, con un ansia que era sinónimo de agonía. Él abrió las mandíbulas y la voz palpitando entre las redes masculló en un amago de sonrisa unos sonidos inarticulados. Luego mirando el Cartel de la Montaña dijo: despierto cada cien años cuando despierta el pueblo.

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⏰ Ultima actualizare: Aug 05, 2017 ⏰

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4 de febrero de 1992Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum