Capitulo 1.

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ESTEBAN

Un error, solo hizo falta un error para que me expulsaran del ejército como a un don nadie, como si no valiera nada.

Había dejado todo por ser parte de la milicia, desde que había cumplido la mayoría de edad me había enlistado en las filas del ejército y había hecho una carrera de ello.

Sargento Esteban Rodríguez, había llegado a ser sargento primero con tan solo veinticinco años y quería seguir ascendiendo en mi carrera militar... y todo hubiera seguido igual si no fuera por el maldito de Herrera.

El capitán Herrera, un miserable que se había ganado el puesto en el ejército gracias al dinero y la posición de su familia en las Fuerzas Armadas. El desgraciado era un pinche abogado que no había sudado el uniforme y aún así portaba las insignias de capitán.

Nunca supe porque era que yo no le agradaba, pero desde que llegó a la base no hacía más que provocarme.

Ese día habíamos llegado de una misión en la selva, habíamos desmantelado una de las cocinas del narcotraficante más buscado del país, y nos habían dado la noche libre por eso, pero los chicos querían festejar.

Fuimos a un bar local, ahí siempre habían militares bebiendo algún trago y el lugar era tranquilo.

-Wow!, pero que tenemos aquí?, la cabo Sanchez, te ves mejor de civil, hasta podría buscarte un mejor oficio en mi casa-, el capitán Herrera se había pasado de tragos y le hablaba inapropiadamente a Sanchez.

Ella era una mujer bella, eso estaba claro, alta, morena y atlética, pero no había que fiarse de su complexión, la había visto derribar a más de uno que le doblaba el peso, y aunque estuviéramos de civil, el tenía que guardarle respeto.

-Mi capitán, esa no es la forma apropiada de referirse a la cabo-, le dije interponiéndome entre ellos.

El infeliz me miró de arriba abajo con insolencia, yo estaba seguro que de un golpe lo podía derribar, pero el seguía siendo mi capitán y tenía que respetarlo.

-No te metas en esto Rodríguez, este no es tu asunto-, me dijo tambaleándose de lo ebrio que estaba y haciéndome a un lado con su brazo,
-a menos que...-, el soltó una risa más irónica que burlesca y continuó hablando,
-que esta sea tu perra-, de su boca solo salían desfachateces y me obligue a respirar profundo.

-Sánchez es solo una compañera señor, pero es una dama y una más de nuestro grupo, y merece respeto-, le dije con palabras firmes como era acostumbrado en el batallón.

-Respeto mis botas, está bueeeena-, dijo el volviéndome a hacer a un lado y yo estaba en el punto en que explotaba.

-Sánchez, sal conmigo ahora!-, le ordenó a mi compañera que estaba rígida como tabla y ella me miró con ojos suplicantes.

-Señor, yo creo que...-, lo tome del hombro, lo voltee hacia mi y el muy imbecil me lanzo el licor en el rostro.

-Ups!, como lo siento Rodriguez-, su sonrisa era poco sincera y el sarcasmo era evidente en el tono de su voz.

-Será mejor que se vaya, se-ñor-, le dije usando su mismo sarcasmo en la última palabra y el me dio un empujón.

-O que?, que harás sargento?-, el volvió a empujarme cuando lo dijo y aunque trate de contenerme, su grosería me saco de la ropa y le di un golpe certero en la mandíbula que lo dejo tirado en el suelo.

Al día siguiente estaba siendo interrogado por mi general, que me ofreció darme la baja deshonrosa o aceptar una corte marcial... y eso era ganarme la carcel seguramente!.

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