La Dama Araña

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Pocos minutos después el telón rojo comenzó a subir lentamente.

La escenografía estaba ambientada como la sala de un modesto departamento, y se podía oír el ruido de un claxon. Carlos, vestido con pantalones verdes, una camisa arremangada amarilla y un chaleco tejido miraba por una ventana, a su lado se encontraba Ben, el hijo de la Bella y la Bestia, caracterizado con un disfraz de perro dálmata.

-Debe ser Cruella , tu queridísima condiscípula –Carlos de Vil miro hacia atrás Cruella de Vil –dijo Carlos sonriendo leve. –esa es la letra.

Los acordes de la canción comenzaron a sonar y algunos de los presentes rieron levemente.

-Cruella de Vil –cantó Carlos señalando a Rubí, la hija de Rapunzel, que había aparecido en el escenario vestida con una camisa celeste y una falda azul, su largo cabello rubio estaba peinado en un moño –Cruella de Vil –Carlos le toco la nariz de perro a Ben –es todo un espanto, Cruella de Vil –El hijo verdadero de Cruella le había interrumpido el camino a Rubí la cual quería acercarse a la ventana.

-No te hagas el chistoso –dijo Rubí dándole una palmadita en la espalda para que saliera del camino.

-La carne de gallina te pondrá –Carlos le pasó un dedo por la espalda a Rubí que estaba distraída mirando por la ventana.

-Oh, Roger.  –dijo ella volteando molesta con las manos alzadas.

-Cruella, Cruella –el chico subió agazapado por unas escaleras que llevaban al segundo piso de la escenografía –La dama araña bien podía ser –una figura negra se formó en el vidrio de la puerta que fingía ser la principal del departamento, el sonido del timbre se escuchó sobre la música.

-Roger por dios, te va a oír –dijo Rubí tratando de callar el cantó de Carlos.

-De un circo o de un vodevil. –Carlos, que ya había llegado a la parte alta de las escaleras, cerro una puerta detrás de él

Una luz alumbro la parte de arriba de la escenografía, se podía ver un cuarto sin pared frontal en el cual había un piano, Carlos lo comenzó a tocar siguiendo la música que sonaba en el auditorio, Rubí miro la puerta donde Evie, vestida de mucama, esperaba sus indicaciones.

-Nany –dijo Rubí –déjala entrar. –Evie abrió la puerta. Enseguida Jane, caracterizada como la magnífica Cruella de Vil, con peluca bicolor, cigarro en la mano y un abrigo de piel blanco, entro en escena, acompañada de los aplausos de los espectadores.

-Anita querida!. –saludó Jane, había aparecido algo de humo detrás de ella.

-¿Cómo estas Cruella? –preguntó Rubí con una gran sonrisa.

-Aburrida como de costumbre –dijo Jane en un tono de voz lleno de fastidio mientras caminaba por todo el escenario. –completamente hastiada. –Ben trataba de esquivar a Jane que caminaba sin siquiera mirarlo. – ¿dónde están? –Preguntó la hija del Hada madrina sin detener su andar, salía y entraba por las puertas que no llevaban a ningún lugar –¿dónde están? ¿Dónde los tienes? –preguntó parándose en medio del escenario, su expresión daba a entender que estaba a punto de perder la paciencia.

-¿Dónde tengo que Cruella? –preguntó Rubí sin entender.

-Los perritos, los cachorros –dijo Jane acercándose a ella.

En el segundo piso, Carlos había cambiado el piano por una trompeta, la toco con fuerza haciendo que ambas mujeres alzaran la vista por el ruido.

-¿Dónde tienes a esos malditos perros? –dijo Jane olvidándose de lo que pasaba en el segundo piso y encarando a Rubí.

-Oh –dijo Rubí riendo levemente –aún faltan tres semanas, estas cosas no se pueden apresurar. –Jane dio una carcajada.

-Anita, tu eres un encanto –Jane volvió la vista a Ben que estaba escondido detrás de un sillón –a ver perro ven –dijo ella acercándosele mientras lo llamaba con un dedo, Ben empezó a gruñir –ven acá, te digo –Jane estaba muy cerca lo que hizo que Ben enseñara los dientes...

-Cruella –llamo rubí para distraerla –¿ya llevas otro abrigo nuevo?

-Sabes que me chiflan las pieles, querida –dijo Jane acariciando el saco que tenía puesto –son mi único amor, adoro las pieles. –el rostro de Jane estaba lleno de ilusión mientras se acurrucaba dentro del abrigo blanco –Y dime que mujer hay en este horrible mundo que las odie. –Jane hablo con desdén mirando hacia otro lado.

Carlos dejo la trompeta sobre un mueble y comenzó a tocar un trombón haciendo que todos, incluido Ben, miraran hacía su dirección por unos segundos.

-Pues a mí me gustan, pero... –dijo Rubí sentándose en un sillón –hay cosas más importantes –tomo una taza de té, Jane lanzó una carcajada.

-Eres tan simple Anita –La ojiazul seguía riendo sin parar mientras caminaba por el escenario –ya se, ya se... esta horrible vivienda es tu castillo encantado –Jane se acercó a Rubí y apago el cigarro que llevaba en un muffin que estaba en una bandeja plateada –y tu pobre marido, es tu valeroso caballero andante –la risa de Jane se había vuelto más burlona.

-Oh Cruella... –dijo Rubí mirándola con tristeza.

-Y por supuesto también tienes a tus amigos, los perros –Jane camino suspirando hacía una de las paredes donde había colgado un cuadro de dos perros dálmatas –Si... y te diré esos perros tienen una piel maravillosa...

-¿Una taza de té, Cruella? –preguntó Rubí, acercándole una.

-No, no, no tengo tiempo, querida –dijo Jane rechazando el ofrecimiento –avísame cuando nazcan los perros –camino unos pasos –me avisaras verdad, querida –dijo regresando para mirar a Rubí.

-Si, Cruella. –dijo Rubí poniéndose de pie.

-Bueno no te olvides –Jane la señalo con el dedo índice –me interesa, te veré entonces –abrió la puerta de salida –chau, chau, Anita querida –la puerta se cerró y la figura negra comenzó a desaparecer de escena.

La música paro en el momento exacto en el que Rubí se dejó caer en el sillón para volver a sonar dos segundos después. 

-La ves venir y crees que es el diablo –Carlos comenzó a bajar por las escaleras cantando muy afinado, tenía una chompa color vino envuelta en el cuello y un pincel que tomaba entre los dedos como si fuera un cigarro –pero al llegar tendrás que admitir –Rubí lo miro molesta -que en gran error estás, pues ya de cerca ves –el chico ya había llegado a la parte baja de la escenografía -que Cruella es mucho peor que Satanás. –canto Carlos asustando a Rubí la cual lo empujo pero el chico en un movimiento rápido, tomo su brazo e hizo que se pusiera de pie –Humana no es, no sé qué será –Carlos hizo bailar a Rubí dándole vueltas por el escenario –y cual feroz bestia, se debe enjaular. –Ben comenzó a saltar entre los dos mientras se escuchaban unos ladridos de perro, grabados. –El mundo fuera mucho más feliz, sin esa Cruella de Vil. –la canción termino con las narices de Carlos y Rubí pegadas como si estuvieran a punto de darse un beso.

Los aplausos sonaron por todo el auditorio y el telón volvió a caer.

Los chicos salieron corriendo a prepararse para la siguiente canción.

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Una canción nueva, un cuento nuevo, un capitulo nuevo. 

Espero que les este gustando mucho la historia, a mi me encanta escribirla. 

Gracias por leerme, gracias por los votos, gracias por los comentarios. 

Hasta la próxima canción. 

¡Larga Vida Al Mal! 

Auradon, El Musical.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora