¿Y si me hacía Lesbiana? No, acaba de babear con la foto de Klaus Grass, ser lesbiana sería bastante difícil. Pues nada, no me queda otra que seguir conociendo sapos.»

Estaba riéndome a carcajadas cuando vi que el taxista me miraba por el retrovisor, no pude contenerme. Era una escritura fresca, divertida, y por qué no decirlo, cierta. Yo me había sentido así tantas veces que parecía que lo hubiera podido escribir yo misma.

Me enamoró enseguida el toque de humor con el que se expresaba. La idea de salir de mi casa para dar una buena noticia a aquella chica valió la pena considerablemente.

Llegué a aquella cafetería puntual, pese a que la mañana amaneció lluviosa, estaba de buen humor, casi no había pensado en Alan. Cuando entré al cálido interior, vi que la cafetería estaba bastante repleta. Alejo me la había descrito como una chica de estatura media, castaña con el pelo rizado, me dijo que seguramente lo llevaría recogido en un moño desecho, acertó al milímetro. Me acerqué sonriendo, ella no había reparado en mí hasta que me detuve justo delante, levantó la cabeza, y aquella humilde sonrisa me hizo saber que había un nuevo diamante en bruto.

—¿Eres Belén? —La chica se levantó y asintió con la cabeza—. Me llamo Nadia, vengo de parte de Alejo, a él se le ha complicado la mañana y le ha sido imposible acudir.

Me miró durante unos segundos sin entender qué pasaba, Alejo no le había contado a qué se dedicaba, ella simplemente creía que se trataba de un admirador gay que era fan de sus escritos.

—Tranquila. —Me miró extrañada—. No pasa nada, supongo que debes ser amiga suya.

—Sí. —Sonreí mientras nos sentábamos de nuevo—. Su amiga y su subordinada. —Sonrió ante mi ironía

—¿Es tú jefe? 

—Me temo que sí.

—¿Y es un buen jefe o un capullo con pretensiones?

Solté una carcajada, hablaba igual que escribía. Ella me miraba divertida, me moría por contarle qué narices estaba haciendo yo allí.

—Generalmente es un capullo con pretensiones, pero es buen jefe. —Se echó a reír con ganas.

—Ya tienes más suerte que yo. —Bajó la voz y me indicó con la cabeza que mirara hacia un lado de la estancia—. Esa tirana, es mi jefa.

—¿Tan mala es? —pregunté divertida.

—Es odiosa, a veces creo que si la miro muy fijamente acabaré por encontrarle el 666 en alguna parte de la cabeza, como a Demian. ¿Has visto la profecía?

Asentí mientras me reía sin poderlo evitar, la mujer no nos perdía de vista. Hablamos un rato más de tonterías que nos hacían reír, hasta que hizo la gran pregunta.

—¿Y a qué se dedica Alejo, para que haya tenido que mandar a su empleada?

Respiré y la miré sonriendo.

—Alejo es editor jefe de una importante editorial. Uno de bastante prestigio y no es porque sea mi jefe. —Para cuando la miré su cara era un auténtico poema—. Yo también soy editora.

—¡¿Cómo?!

—A Alejo le gusta descubrir nuevos talentos como es tu caso, te lleva siguiendo bastante tiempo, por eso quería tener una cita contigo. Pero como le ha sido imposible venir, me ha mandado a mí.

—A su fiel lacaya... —susurró envuelta por la sorpresa, a lo que me eche a reír.

—Vaya, no había caído yo en esa definición, seguro que le parece divertida. —Me miró sonriendo—. Estamos interesados en publicarte.

ÍDEM  (Pre-cuela De Si Tan Solo Fuera Sexo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora