Realidad Engañosa - Abigail Ssyhakar

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En el colegio encontró a una niña llorando en el baño, la reconoció al instante, vivía a la vuelta de su casa y a veces la cruzaba por los pasillos. Entre sollozos, la chica le contó lo que le había pasado la noche anterior: unos hombres encapuchados irrumpieron en su casa, y sacaron a su padre sin explicación alguna; pensó en comentarle lo que le había dicho su padre Ricardo, pero no lo hizo. María no conocía mucho a esta niña, solo sabía que su nombre era Victoria, que era un año menor que ella y que su padre era obrero en una metalúrgica.

Le resultó difícil darle apoyo, era solo una niña contra un problema que salía de sus manos, pero a veces sólo hace falta escuchar y hacerle saber a la persona que no está sola. Ambas entraron juntas a clases y continuaron así por toda la jornada escolar. María no volvió hablar con Victoria a partir de ese día.

Cuando llegó a casa no mencionó lo sucedido y tampoco dirigió palabra alguna a sus padres. Quería respuestas y sabía que ahí no las conseguiría, pero tampoco se podía fiar de la gente. Decidió – aunque no fue la mejor decisión – no tocar el tema y hacer como si no hubiera pasado absolutamente nada.

Aún seguía pensando en el libro, si de ese libro que solo le venían recuerdos vagos. Pensó y pensó hasta que cayó dormida. Dicen que los recuerdos no se borran con nada que vemos una película de ellos cuando dormimos, pues eso le pasó a esta chica desesperada por respuestas y con más intriga por delante; soñó que caminaba con las manos, que dirigía una marcha alrededor de Plaza de Mayo con personas que también caminaban con las manos, con un cartel que tenía escrito el lema "SER DIFERENTES NOS HACE IGUALES"; y así María imaginó ese mundo incoherente donde era feliz, aún más que en el real.

A la mañana siguiente, cuando se encontraron sentados todos juntos, María les contó su sueño. Su padre la miró con desaprobación; su madre solo calló. La niña notó la mirada de su padre, no dijo nada más, su mirada se centró en un punto de esa habitación, pensando cual había sido su error, desde ese día la relación con sus padres se había vuelto fría, ya casi no se dirigían la palabra. Y así ella fue creciendo, descubriéndose, admirándose, aprendiendo y observando cómo cambiaba su mundo y a su vez como se destruía.

Años después, María terminó sus estudios, recibiéndose con un doctorado en medicina. Su vida prosiguió normal, su rutina era la misma día tras día. Hasta esa noche, la noche en la que su infancia pasó por sus ojos...

Esa noche no fue como muchas otras, pues por su cuerpo corría una sensación jamás vivida, fue como volver a nacer, o por lo menos así lo sintió María, que por medio de un sueño revivió aquel deseo de respuestas, aquella explicación de la situación vivida en su niñez, de la cual sus padres no pudieron darle respuestas y por supuesto aquel sueño que aún no entendía, y aquel libro que aún esperaba su título.

Despertó, ya no con palabras flotando en el aire si no con una idea concreta, o mejor dicho un título "Un elefante ocupa mucho espacio", aun no comprendía, pero eso no le impediría lograr su objetivo; se dirigió a la computadora donde buscó el libro, varias páginas aparecieron, en algunas reconoció nombres y en otras absolutamente nada, pero dos le llamaron la atención:

1976 GOLPE DE ESTADO: PROCESO DE REORGANIZACION NACIONAL

LIBROS PROHIBIDOS EN LA DICTADURA DEL 76

Abrió las dos, la curiosidad la invadía quería descubrir que había pasado en 1976. Sin aviso, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, cada palabra que leía generaban en ella miedo, las imágenes que iban apareciendo la dejaban sin aire y a su vez caía en la cuenta de que la habían criado en una burbuja, y ella había dejado que esto sucediera. Cerró la máquina, y llamó a su madre mientras se secaba las lágrimas. Al tercer tono contestaron.

– Hola...

– ¿mamá?

– ¿María?

– Si, hola ¿estás en casa?

– Si hija ¿pasa algo?

– No, solo quiero visitarte

– Está bien, nos vemos

– Nos vemos.

María se dirigió a su auto y condujo hasta la casa de sus padres. Cuando llegó le abrió la empleada, su madre estaba sentada mirando la ventana. La interrumpió.

– Hola mamá

– Hija, hola ¿Cómo has estado?

– Bien, supongo – dijo María con una sonrisa fingida – ¿y vos?

– Oh, muy bien

– Madre...quería preguntarte algo – dijo temerosa

– Ajá, dilo hija

– ¿Qué pasó en 1976? – preguntó tratando de no quebrarse.

– ¿A qué te refieres?

– ¿Cómo a qué me refiero?, tú sabes bien a lo que me refiero, tu esposo, mi padre estuvo involucrado en eso.

En ese momento entró Ricardo, que encontró a su esposa perdida en la ventana y a su hija mirándolo con ojos vidriosos; algo le decía que tenía que escuchar a pesar de que algo le molestara. Se sentó y escuchó a su hija.

– Saben, hace unas horas, descubrí que viví toda mi infancia en una burbuja, aislada de todo, comprendí por qué había dejado la escuela. Me ocultaron la realidad en la que vivía, esa realidad que nunca tomé en cuenta pero que al fin y al cabo, formé parte de ella. – dijo entre sollozos María

– ¿Por qué? ¿Por qué mentirme de esa forma?

– Queríamos protegerte... - dijo Ricardo, su padre.

– ¿protegerme de qué? ¿del pueblo? ¿de la gente que reclamaba donde estaban sus familiares? ¿o de los militares?... en ese momento sin despedirse María salió de esa casa con lágrimas cubriendo su rostro.

Mientras caminaba hacia su auto se repetía la misma frase una y otra vez, "esto no es real, es solo un mal sueño del que voy a despertar" sin embargo ella sabía que no era un sueño, sabía que esto era real y esta realidad la estaba consumiendo por dentro. Cuando llegó al auto se tranquilizó, no quería que pasase una locura en el camino, condujo a hasta su casa tranquila como si nada hubiera pasado. Al llegar se echó en el sofá y durmió hasta el día siguiente; algo raro estaba pasando, había tenido otro sueño, pero este llegó sin advertencia:

Era pequeña, estaba en su cama leyendo el libro "Un elefante ocupa mucho espacio", de pronto, alguien toca su puerta, era su madre que se ofrecía para leerle el siguiente cuento, pero había algo raro, su madre no era su madre, era otra mujer a la cual le decía "mami", su madre leyó el cuento "El caso Gaspar" a María le gustó mucho, su madre terminó el cuento y se despidió de ella con "buenas noches, cariño", pasados unos minutos, escuchó un ruido, como de un portazo, escuchó gritos y el llanto de un bebé, de repente, unos hombres encapuchados entraron en su habitación y le pegaron muy fuerte en la cabeza... María despertó en ese instante toda sudada, con la respiración acelerada y muy nerviosa, trató de tranquilizarse, tomó un vaso de agua y de su boca salieron dos palabras, que solas no tenían significado alguno pero juntas formaban una frase macabra: me secuestraron.

Sin pensarlo dos veces, María fue a la casa de sus padres, llamó a la puerta hasta que la atendieron, entró sin pedir permiso, se dirigió a su cuarto y dijo:

– No soy su hija, ustedes me raptaron – y se desplomó en el piso.

– H-hija... - dijo Estela.

– No me digas mas así, ¿es cierto o no? – dijo María llorando, estaba destrozada

– Si, hija – dijo Ricardo.

– ¡Que no me llamen así! – gritó y salió corriendo de la casa.

Esa noche María decidió romper todo contacto con ellos; trató de rehacer su vida pero no lo logró, recuerdos como ese te persiguen y no desaparecen jamás. Terminó aislándose por completo.

María no tuvo ningún interés en saber qué había sido de su familia biológica, la situación vivida la había devastado, había dejado de ser la misma jamás volvería a confiar en nadie...

Poemas, Delantal y ProsaWhere stories live. Discover now