Para Shophy;
Espero que lo disfrutes mucho, nena, me esforzaré porque esta historia sea apta para ti ❤️💜
Epílogo
El dolor se hacía insoportable.
A cada segundo se me hacía imposible siquiera el respirar y sentía que mi alma abandonaba mi cuerpo a cada segundo trascurrido, estaba a punto de desfallecer.
Con la poca fuerza que tenía, logré incorporarme e ir, literalmente, arrastrándome hacia el baño, con lentitud, pude llegar hacia mi "meta", deteniéndome frente al lavabo y asustándome con mi propio reflejo en el espejo. Estaba completamente irreconocible.
De mi labio inferior emanaban unas cuantas gotas de sangre, las cuales habían ensuciado mi barbilla y mi camiseta, mi ojo izquierdo estaba hinchado, y estaba seguro de que dentro de muy poco comenzaría a hincharse; me dolía increíblemente una costilla y a juzgar por cómo me sentía, podía jurar que estaba rota, o como mínimo, fracturada.
Mi ropa estaba hecha mierda y mi cabello completamente despeinado debido a los tirones. Me dolían las piernas y ni hablar de otras partes de mi anatomía.
– Ohno-san... – susurré con aprehensión, sintiendo como una mano helada me encogía el corazón. Me dolía, me lastimaba, me devastaba la manera bestial en que él me trataba, como dejaba que sus enajenados amigos me trataran como basura y abusaran de mí como se les antojara.
Pero a pesar de todo, podía soportarlo, lo que estaba matándome poco a poco eran las palizas que Ohno me propinaba, a veces, sin razón alguna. Él decía que me quería, pero estaba seguro de que aquello no era amor, era el más vil y cruel maltrato que alguien podía infligir en otro.
Con cuidado, me desnudé y me metí bajo la ducha. El agua tibia hizo un efecto casi sanador en mi piel reactiva y por un segundo olvidé en el mal estado que me encontraba.
Salí de la ducha sin ponerme una toalla, mirándome al espejo. Estaba desnudo, con el agua corriendo a chorros por mi magullado cuerpo; aquello no podía continuar así, por más que Ohno fuese mi dueño, no podía continuar a su lado, así que había tomado una difícil decisión.
Me fugaría de la casa.
Sin secarme, salí del baño y me dirigí a mi habitación, sacando unos jeans rasgados del closet y una camiseta azul cielo. Me puse los boxers y me vestí, saliendo hacia la sala sin secarme siquiera el cabello; en cuanto estuve en el recibidor, me puse unas botas que allí descansaban y salí sin siquiera mirar atrás.
Era hora de ser feliz.
Con o sin mi amo.
