-Señor Moore…En esta casa solo hay una habitación…-Aclaró, clavando sus profundos ojos en mí. Le di la razón, sin más.

-Y ella aún no lo sabe.

Evidentemente, el que salía más dañado de esta situación entre las dos señoritas era yo, pues me encontraba en el ojo del huracán de manera totalmente neutral, y me lloverían palos de ambos lados. Y si me moviese a alguno de los campos, la “enemiga” me destrozaría con su indiferencia. Sí, puede sonar precipitado, pero era la realidad. Emma ya comenzaba a mostrarse distante, y rápidamente se despidió antes de que Clary bajara.

-Discúlpeme, señor Moore, pero debo irme…Hoy no regué las plantas. –Comentó, mientras se levantaba y sin mediar ninguna palabra más, caminó, sin prisas, hacia su casa. Suspiré, restregándome los ojos. Unos minutos después ya bajaba la nueva huésped, algo alterada.

-Alan, en la alcoba hay pertenencias tuyas…-Dijo, mientras me observaba fijamente.

Ah, joder. Que rapidez, pensaba que tardaría unos cuantos días en darse cuenta. Intenté desviar la conversación hacia otros términos, pero no lo conseguí. Insistió, insistió, hasta que al final desembuché que en la casa solo había una habitación. Naturalmente, la tan amigable ex se volvió toda una leona, y llegué a pensar que me comía vivo y acababa con mi mísera existencia ahí mismo y sin escrúpulos. Que por qué le mentía, qué como dormiríamos ahora…Bla, bla, bla. Ya sabéis la respuesta. ¿A quién le va tocar dormir en el suelo? A mí. ¡O en el sofá!

La cuestión es que en medio de la discusión matrimonial apareció Jacob, corriendo.

-¡Señor Moore, señor Moore! –Vociferaba el hombre, sudoroso- ¡Tiene que acompañarme a la iglesia! ¡Hay un cuerpo!

¿Un cuerpo? ¡Uf! Ordené a Clarissa que fuera rápida y nos siguiera, y con presteza ya estábamos dirigiéndonos hacia allí. Al parecer, mi ex guardaba mejor forma que yo, porque en unos minutos me estaba quedando atrás. Malditos pastelitos locales, eran peor que la droga.

El edificio en cuestión tardó poco en aparecer. Era una iglesia, claramente antigua, con los grandes portales de madera carcomidos. Las piedras habían pasado una mejor época, y nada más entrar como almas que lleva el diablo (nunca mejor dicho), la humedad me asqueó. Se olía en el ambiente, incluso parecía que la podías tocar. Había bancos a ambos lado de la estancia (imposible que estuvieran en peor estado) y dos pequeñas aberturas en los laterales, con un confesionario en cada uno. Allá, en el altar, lleno de flores blancas y rosas, se erigía la figura de Jesucris… Espera, eso no era una escultura. Era una persona. Tal cual. Clavada en la pared libre detrás del altar. Con las manos colocadas sobre la cruz, mediante unos clavos, y la cabeza gacha. Estaba en paños menores, y en medio de su pecho tenía una marca también circular, con un detallado rostro, o mejor dicho, con una detallada parte del rostro. Porque el lado izquierdo estaba sin piel, con la carne a la vista. En el lado derecho, un profundo ojo, grande en comparación con lo demás, vigilaba el lugar. Una sonrisa maquiavélica se formaba en sus labios, y una destacable calva hacía de la cara en sí algo terrorífico. Todo el dibujo goteaba sangre al sagrado suelo de la iglesia. A los pies del cadáver, un joven sacerdote con el pelo cortado a lo monje medieval lo observaba, en silencio, y sin parar de santificarse. Clary tenía los ojos abiertos como platos. Creo que nunca había visto algo así. Naturalmente, intentaba ocultar mi horror lo mejor posible. Nos acercamos al altar. Jacob parecía atemorizado ante tal visión, y era extraño ver a tal gigante temblando.

-Padre James…-Murmuró, acercándose al cura y agarrándolo del hombro para que se levantase, apoyándose en él.- ¿Está bien?

El pobre párroco, casi sin fuerzas, se irguió, con lágrimas en los ojos. Teníamos el corazón encogido ante tal macabro espectáculo. ¿Quién osaría hacer esto? ¿Y por qué? Simple locura, quizás. Pero guardaba relación con Betty, a mi entender, por un detalle: Tenía la misma marca circular, mas con un “dibujo” distinto. ¿Podría ser algún tipo de mensaje? ¿Qué simbolizaba?

-Señor Smith…-Mis palabras salieron muy poco a poco de mi boca, y el cálido timbre que poseían desapareció para darle paso a otro mucho más serio y digno, concentrado y áspero- ¿Conoce a este hombre?

-Sí… Se llamaba Logan, era uno de los policías del pueblo.

-¿Familia?

Jacob se quedó pensativo, mientras veía cómo Clarissa se encargaba del padre James, que no paraba de rezar y hablar en susurros.

-Creo que sí. En un manicomio. Su abuelo. Los padres fallecieron en un accidente aéreo. No sé si el anciano seguirá allí. –Contestó el fornido hombre.

Policía. Uno menos en la aldea que pueda molestar al asesino. ¿Cuántos serían en el cuerpo?

-Padre James, ¿podría identificar la…?-Me toqué mi propio rostro, sin dejar de observar el cuerpo, tan maltratado y desnudo. Los huesos se le marcaban, y la sangre todavía goteaba. Pim, pim, pim. Como un incesante reloj, caían las gotas. Imparable sonido. Quien quiera que haga esto, cada vez va a más. Que matase a un animal podría pasar, pero ahora, un ser humano… El sacerdote, implorando, negó con la cabeza.

-Nunca vi tal diabólico rostro.

Asentí, pensativo. Quizás resultase extraña la frialdad con la que me tomaba todo. Estaba acostumbrado a reaccionar fríamente y a ocultar el horror bajo la máscara de la profesionalidad en este tipo de escenarios, tan asquerosos, repugnantes y agobiantes que te vuelven loco. Clarissa, en cambio, estaba hecha un manojo de nervios, y por una vez Jacob se mostraba más atemorizado que yo.

Dejando pasar la luz, los desgastados portones de la entrada dieron pie a una sombra, que se adentró en el santuario de Dios. Sus pasos resonaron por la estancia, y cuando se acercó a nosotros, un grito proferido de la acalorada Emma nos sobresaltó.

-Oh, santo dios, ¡Logan!- Con las manos en la boca, el sudor recorriendo su bello rostro, y el traje apretando su baja estatura, Emma parecía consternada.

-¿Lo conoce, Emma? –Pregunté, mostrando un interés aún mayor. Desde mi llegada, es cierto que mi estimada y atenta compañera había evitado ciertos temas, y no de maneras muy disimuladas. Por fin, podría darnos algo más de información al caso.

-Un amigo…de la infancia.-Aclaró, acercándose al cuerpo y tocándole los pies, suavemente. Verdaderamente estaba afectada. ¿Tan importante era Logan para ella? Pronto llegaron más personas al lugar del crimen, y después de una minuciosa observación del cuerpo, y una vez revisado todo, tanto Clarissa como yo salimos de allí. Naturalmente, no perderíamos ni un solo segundo en ir al manicomio. Emma, una vez llegase a su casa, llamaría para avisar de nuestra llegada. Subimos a otro de esos antiguos taxis, con presteza, y dejando en Dosgarville una gigantesca bola de rumores, nos marchamos.

Lo que alberga la oscuridadWhere stories live. Discover now