1. No estoy solo.

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Nunca llegué a conocer a mi madre, ni a mi padre, o al menos no me acuerdo. Es triste, pero yo se que fueron grandes personas y que me quisieron desde siempre. Mi tía Eli siempre me ha contado grandes historias de mis padres.

Me contaba grandes experiencias que tuvo mi padre en África, cuando iba como voluntario a ayudar a niños que a penas tenían nada que llevarse a la boca o ropa para no ir desnudos. Tía Eli me ha narrado siempre aventuras de mis padres alrededor del mundo para ir a dormir.

Mi madre como arqueóloga viajaba muchas veces a Egipto, a buscar yacimientos arqueológicos de los antiguos egipcios de la Edad Antigua. Tenemos un estante en nuestro salón con objetos de los viajes que vivían, siempre antes de mi nacimiento.

Mis padres han sido héroes, ejemplos a seguir y por eso lucho todo lo que puedo y más para ser tan inteligente como lo fueron ellos.

Todas esas historias eran geniales. La mayoría de veces que Tía Eli me contaba alguna para dormir, acababa yo soñando con esas historias, con esas aventuras. Era tan genial pensar que por un momento estaba con mis padres, en familia, felices.

Tía Eli siempre me ha querido como a su propio hijo, y yo como a mi propia madre, realmente ella es la mejor persona que he conocido y que seguramente conoceré. Mi vida siempre ha sido en esta pequeña casa de un solo piso en un gran vecindario, con Tía Eli. Todos mis recuerdos han sido con ella, y con el señor que vive con nosotros. No tengo ni el más mínimo recuerdo de mis padres, solo se lo que se de ellos por las grandiosas historias con las que he sido acontecido.

La historia que mejor recuerdo es la última que Tía Eli me contó. Me la narró con su voz dulce, de madre, a pesar de no poder tener hijos.

"Te contaré la gran historia de dos héroes sin capa, que viajaban a todo el mundo para ayudar a los más necesitados. Nuestra historia comienza con una mujer bellísima, Lidia, con un corazón gigantesco lleno de alegría, y con su marido, Marco, con una mente brillante capaz de tener grandes ideas con las que salvar el mundo. Lo curioso de esta historia es que había un tercer individuo en el interior de Lidia, en unos meses se convertiría en un precioso bebé.

Juntos viajaron a Sierra Leona, un pequeño país de la costa oeste de África. Un pequeño hallazgo de una cueva de los cromañones había sido descubierta al lado de un pequeño poblado de paisanos.

Entraron en la oscura y profunda cueva, bajaban metros y metros para buscar bonitas pinturas rupestres hechas por los humanos que vivieron hace miles de años.

Llegaron a una zona totalmente plana, con un círculo de color rojo en el suelo el cuan contenía una luna en el centro, la cual se iluminó al ser pisada por Lidia. Una gran pared con grandes dibujos representaban la vida de los que vivieron aquí hace tanto tiempo. Caza, recolección, espiritus a los que adoraban... Todo.

Lidia y Marco se asombraron del descubrimiento que acababan de hacer, acababan de descubrir. Pero había un pequeño problema.

Una voz los estaba alertando para se que largaran de ahí.

-Marchaos... No es seguro...- Parecía ser la voz de una niña, susurrando.

A pesar de que Marco insistía en salir de ahí, Lidia se negaba a abandonar ese lugar. No quería dejar escapar la oportunidad de hacer uno de los mayores descubrimientos arqueológicos relacionado con la prehistoria.

Lidia se acercó a la pared y pasó los dedos por los dibujos, sabiendo que sería la última vez que los contemplaría.

De repente, un pequeño temblor sacudió la cueva. Algunas rocas de desplazaron y se caían. Tenían que correr para salir de ahí antes de que hubiera otro temblor.
A medio camino, otro temblor mas intenso sacudió de nuevo la cueva. Se estaba derrumbando y tenían que salir de ahí lo antes posible.

El Fantasma Que Solo Yo Veo.Where stories live. Discover now