Historia de Besos

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Por fin, por fin te tenía entre mis brazos. Por fin te podía dar los besos que tantas veces te di con el pensamiento. No sabes lo cansada que estoy por no poder dártelos como se deben. Estoy harta de solo imaginarlos. Pero ese día llegó, estábamos solas, tan solas como tantas veces lo imaginé. Ahí estábamos tu y yo mirándonos fijamente una a la otra, no dijimos nada, no cruzamos una sola palabra pues era más que obvio lo que nuestros ojos se decían. 

Ambas lo habíamos esperado tanto. Yo sé que tu querías que esto pasara, tanto o más que yo. El momento era perfecto. La calle estaba vacía. 

Nos acercamos, nos abrazamos, hacía demasiado frío. Decidimos caminar sin rumbo, de un lado al otro agarradas de la mano. Nos detuvimos. 

Creo que llegó el momento, estoy muy ansiosa, por fin mis labios le dirán a los tuyos todo aquello que solo le dijeron en mi mente. Por fin se juntaran y hablaran el mismo idioma.

Me abrazas, me tomas de la cintura, yo te abrazo por el cuello y sucede todo aquello que había imaginado tantas noches, tantos días. 

Fue un beso tierno, dulce, rico. Fue mucho mejor de lo que había imaginado tantas veces. Fue todo aquello que quería que fuera.

Pero lástima... fue solo un sueño más.

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