[Capítulo Primero]

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"En la vida hay 3 cosas importantes: El amor, Los secretos y los amigos. Por eso, hagamos el amor, guardemos el secreto y quedemos como amigos "—






ARES

Mi madre.

Ese es el primer recuerdo que tengo cuando todo va mal o tengo problemas. Ella siempre viene a mi mente y aunque este en otro país, sé que al igual que yo piensa en mí.

Las cosas no son muy fáciles desde que era pequeño, siempre me miraban raro, como si estuvieran esperando el momento justo para pillarme haciendo alguna barbaridad o delito. Jamás tuve un amigo, casi toda mi vida me la pasaba solo.

Crecerás y serás un hombre muy guapo, tendrás una novia la cual te amara y tú a ella, te casarás y tendrás muchos hijos. — siempre me recitaba eso cada vez que lloraba por un intento fallido de amistad — Eres mi niño Ares, y aunque la gente te juzgue mal tu no dejes de creer en lo que eres.

Suspire. Recordar cosas del pasado me hace pensar en que tal vez debí hacerle caso a mi padre acerca de ser un abogado, al menos intimidaría para que dijeran la verdad.

— Pero aun así seguiría atado. —susurré. Era de noche, un día más se había ido, las estrellas adornaban el gran cielo oscurecido, lo sé por qué ahora me encuentro a fuera viéndolas, tomando una botella de refresco y soñando en el futuro que mi madre había creado para un niño de 9 años. Que ingenuo era. Una estrella en especial llamó mi atención. Esta se encontraba solitaria, apartada de los demás pero aun así daba un brilló hechizante. No recuerdo cuanto tarde en despegar mi vista de aquella estrella pero la verdad, era hermosa.

— ¿Acaso no puedes cambiar mi rumbo? — era extraño que hablara con una estrella a mitad de la noche. Pero estaba solo, nadie podría escucharme. Nadie. — Mándame una señal, algo para que yo, por lo menos una vez en mi vida, sepa que es amar a alguien — realmente he caído bajo. Un trueno fue lo que recibí a cambio. El cielo que antes despejado estaba ahora poco a poco se iba nublando tapando las estrellas y la gran luna llena. — Genial — tome mi sombrero y camine lo más rápido para no mojarme, era lo único que me faltaba.

Mi casa, se encontraba a unos kilómetros del pueblo de Rocksprings, exactamente Texas. Lugar donde el ganado y agricultura estaban presentes día con día, el pueblo contaba con unos 1,108 habitantes y casi todos tenían sus tierras y ranchos. ¿Mi trabajo? Ser un capataz de día y un "asesino" de noche o eso es lo que la gente me ha hecho saber. Realmente no comprendí aquel rumor, solo sé que cuando llegue al pueblo y compré la casa abandonada que se encontraba cerca del desierto. Todos, absolutamente todos sospecharon que era un asesinó que destripaba y me bebía la sangre de mis víctimas. No me moleste, casi siempre me tachaban de un maleante, un narcotráfico proveniente de México o un asesino que escapa de la policía. Admito que la persona que creó eso debe tener una mente grande.

Aquí no tenía mucho pero si lo necesario, un pozo que me proporcionaba agua, un árbol que me daba manzanas, claro que eso no era lo único que comía, las demás cosas las compraba en el pueblo. También tenía una vieja radió que encontré, arreglé y me dispuse a escucharla. Ahora mismo escuchaba una canción, cuándo un gran rayo se escuchó no muy lejos de aquí. La pequeña llovizna se convirtió en la peor tormenta del año, realmente pedía porque un rayo me partiera ahora mismo.

Otro rayo pero este se escuchó más cerca, no tendría lo que pedí hace unos minutos pero si un rayo, viéndolo del lado positivo tendría algo esta noche. Apague el radio, era hora de irme a dormir y aunque mañana fuera domingo y tuviera el día libre quería descansar.

Camine con mi sombrero en mano, lo puse en la silla dónde cada noche lo dejaba al igual que mis botas. Me quite mi camisa dejando mi torso al descubierto, algunos rasguños y cicatrices se podía ver y sentir, ser un capataz o solo el simple hecho de trabajar en el campo tenía sus proezas. Busque mi pantalón de pijama y cuando me dispuse a quitarme el cinturón, unos golpes en la entrada se escucharon. Mire el reloj de la pared, eran las 12:45, era muy extraño, nadie venia aquí, solo o con compañía, nadie venía a la casa del "Diablo".

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