Y fue suficiente para cambiar mi humor.

—No, estoy caminando hacia mi casa.

—Veo... ¿Ha pasado algo? —preguntó, su voz con un tinte de preocupación.

Mi suspiro fue tan largo que creo que duró medio minuto.

—¿Podemos hablar sobre eso mañana? Estoy llegando a casa y no quiero hacer ruido y despertar a mis padres.

—Estás evitando el tema a propósito, señorita. Pero, está bien. ¿Me llamas mañana? O, bueno, hoy más tarde —agregó con una risa—. Me iría a dormir pero debo levantarme en media hora. Así que hasta algunas horas.

—Seguro —reí entre dientes.

El humor me había vuelto.

Cuando llegué a casa, sí tomé el elevador. No solo porque estábamos en uno de los últimos pisos, sino porque estaba exhausta. Eran las seis y media de la mañana, lo único que quería hacer en ese momento era darme una ducha caliente y dormir. Me saqué los tenis en la entrada y comencé a caminar a hurtadillas hacia la cocina, para tomar un vaso de algo que me sacara el gusto de nada de la boca.

Saqué una botella de Coca-Cola de la heladera y di tres tragos, satisfaciendo a mi reseca garganta. Cerré la puerta y cuando volteé, todas las luces se prendieron de repente. Mi mamá estaba sentada en el gran sofá de la sala con los brazos cruzados, y no pasó mucho tiempo hasta que papá se le unió, seguramente luego de haber prendido las luces.

—Buenas noches, Eloïse —saludó a mamá con hostilidad—. ¿O debería decir buenos días?

Hice una mueca. Iba a reclamarle el llamarme por mi segundo nombre, pero no me pareció adecuado a la situación. Hacía mucho tiempo que mis padres no me atrapaban a la hora de llegada.

—Buenos días —saludé insegura.

Rodeé la barra de desayuno y me acerqué a ellos a paso lento. No solo era raro que estuvieran despiertos a esta hora, sino que ambos tenían una expresión en sus rostros que no me agradaba.

—¿Dónde estabas? —preguntó papá.

—Estaba con Sean. Estábamos viendo una película y se nos pasó el tiempo —mentí sin problemas.

Debería haber sido parte de la pandilla de Alison de Pretty Little Liars con lo buena mentirosa que era.

—Bien. Entonces, ¿por qué estás vestida así?

Uh, oh.

—Fuimos a un bar primero. Se los dije antes de salir de casa hoy.

Por lo menos eso era verdad.

Papá suspiró.

—Mira, Brenda, tu madre ha recibido bastantes noticias en el club sobre ti y no son nada agradables—. Decidimos hacer algo al respecto.

Lo miré incrédula.

—Espera, espera. No pueden creer cada rumor sobre mí, papá. —Lancé mis manos al aire.

Mamá se paró de un salto y me dio una mirada llena de acusación, aunque más que nada, de decepción.

—Entonces dime que no son ciertos. Dime que no sales de fiesta todos los días y que no andas durmiendo por los alrededores. Ya ni siquiera sé si Sean es realmente tu novio. Una muchacha nos mostró fotos de ti muy cercana a muchos muchachos e incluso fotos tuyas dejando bares de la mano de ellos. Te permitimos este año libre porque pensamos que serías responsable. No esperaba que estuvieras todos los días durmiendo hasta tarde y teniendo sexo por todo Nueva York.

Mitades perfectas [publicado por Nova Casa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora