Vicisitudes

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Mi orgullo me ha convencido de amar la soledad, de ver el a través de ojos curiosos todo lo que me rodee sin aceptar ningún tipo de condicionamiento. Fue así que sin pensar en ningún destino partí por mucho tiempo lejos de mi terruño, pero esta no será otra historia de mis viajes. Solo diré que mientras duró, ame y odie con intensidad. El odio me llenaba de una energía maligna capaz de cometer atrocidades sin siquiera tener consciencia de ellas, pero el amor me nutria en su encanto embriagador hasta aprisionarme en su parsimonia. Y en un desliz racionalista concluí que ambos resultaban peligrosos y no permitiría que se apoderen de mi cuerpo por completo.

Con el pasar de los años advertí que no soportaría por mucho tiempo a aquella suerte de oscurantismo al que decidí someter mi corazón tras sus largas desventuras. Y en el afán de rescatar lo poco que quedaba de mi alma cada vez más vacía y deshecha, me vi obligado a cometer el peor de los pecados que un amante puede hacer. Resignarse en exponerlo con obsecuencia a la espera de que algún espíritu ingenuo decida llevárselo. De este modo aquel tesoro que durante tanto tiempo me empecine en proteger, ahora estaba siendo exhibido con un gran cartel de oferta en las estanterías de la tienda de almas desdichadas.

Ya llevo viéndola un tiempo, no es nada concreto ni pretendemos que los sea, conoce mis intenciones y yo las suyas. Y aunque a veces no logra interpretar mis mensajes, también sé que yo no siempre estoy al tanto de los suyos.

No es la candidata ideal, y compartimos el pensamiento de tampoco considerarnos unos, pues me demostró que era consciente que nuestra existencia no es más relevante que un grano de polvo en el infinito. Tiene presente la gran cantidad de males que la aquejan y solo de los que mencionó, la miopía la había obligado a usar lentillas, al parecer su columna desviada solo le permitiría soportar una quinta parte de su peso sobre sus hombros, y aunque se ha demostrado que tan sólo el cinco por ciento de los más de doscientos tipos de cánceres que se conocen tienen un factor hereditario, ha sido lo suficiente humilde para no permitir que nadie lleve la cruz de su familia.

Sabe que a pesar de todo ello, para mi es perfecta... hasta quizá deba estarle agradecido de plantarme los pies sobre la tierra, de ahorrarme un futuro sufrimiento, de resignarme mientras aun este a tiempo.

Cuando menos lo espere, decidió regalarme el poco calor de su interior. Los roces se transformaron en caricias, las caricias en besos y los besos en lujuria. Su cuerpo es tan afrodisiaco que a veces pienso que fue esculpido por los mismos dioses del olimpo. Y aunque la oscuridad apenas me permitía apreciar su inmaculada piel tan blanca como la nieve, mis labios insistían en permanecer el recorrido por cada centímetro cuadrado de todo su ser. Si Chronos me devolviera el favor definitivamente le pediría que me congele en aquel momento en un perenne bucle temporal.

Pero enamorarse es creer que uno se enamora, todos creemos que existe una fuerza mística que nos empuja hacia nuestra pareja, lo que olvidamos, es que en realidad esa fuerza siempre ha estado allí, en nuestro interior.

Aquella noche no hubo amor, solo existió la más ferviente pasión y deseo desenfrenado. He vuelto sobre mis pasos a tropezar con la misma piedra y ahora olvidarla no me resultara sencillo, pues con ingenuidad, firmé el contrato que encadenaría mi alma para toda la eternidad.

Sobre El Amor Y Otras TragediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora