El pequeño felino trato de levantarse, lástima que sus patitas no le hicieron caso. Una vez que logro ponerse sobre sus cuatro extremidades, levanto la cabeza para ver la montaña con la que había chocado, no recordaba que hubiera ninguna roca tan inmensa por allí. Al ver que se había dado de frente con el tigre, y no solo el tigre, sino que con el alfa de

la manada más temida de toda la región. El alfa Kigan miraba con los ojos entrecerrados a la pequeña mierda imprudente que en su carrera no lo había notado.

Killa tembló de pies a cabeza, una suerte que en su forma felina no se le pudiera notar el rubor bajo tanto pelaje. Estaba seguro que el enorme animal se lo iba a comer de un bocado. Asustado como no lo había estado nunca, soltó carrera, una pena que la fornida pata de tigre lo prensara por la cola. Chillando hizo lo que nunca creyó que sería capaz de hacer, mordió la pata peluda del tigre, por desgracia el enorme animal ni se inmuto.

Kigan paso de enojado a divertido, ese pequeño gatito era toda una monada. A pesar de ser pequeño y apestar a miedo, no se daba por vencido enfrentándose a su predador, aun a sabiendas de que era una batalla perdida. Recordando como el lobo llevo entre sus fauces a Louis, decidió que ese método de transporte se amoldaría muy bien a la ocasión que ahora se le presentaba. Tomando por la piel del cuello al cachorro, decidió llevarlo a la casa del alfa, ya que reconoció en él, al más joven de sus hijos. Con el pensamiento de que quizás todo el asunto no había sido en vano, se dirigió renegociar el contrato matrimonial.

Louis se sentía como en una nube, su tercera noche de luna había sido aún mejor que la segunda. Su cuerpo había aceptado gustoso al del otro hombre que le había penetrado sin contemplaciones, llevándolos a ambos un frenesí de placer que no creía posible ni aunque viviera mil años. Se sentía tan descansado como no lo había estado en días, negándose a abrir los ojos se acurruco mimosamente en los brazos fuertes de su pareja.

El sonido de la puerta al abrirse hizo que el Louis pensara seriamente en abrir los ojos, a la larga se inclino a pensar que todavía estaba soñando. Así que no se molesto en moverse, la piel de Harry era tibia y las mantas que los cubrían lo hacían sentir mejor que en la cama de su propia habitación.

—¡Qué demonios! — El grito de un hombre hizo que la pareja se sentara de golpe, dejando caer las mantas que los cubrían hasta su regazo.

Louis abrió los ojos azules como platos, en el marco de la puerta estaba un desconocido que era una copia unos años mayor que su pareja. Aceptando el abrazo de su Harry , dejó que este le protegiera de la furia que claramente sentía el invasor en la puerta.

—¡Padre! — Hablo Harry arrugando el ceño— ¿No crees que sería un signo de buena educación tocar la puerta antes de casi tirarla a bajo?

En ese momento Louistuvo claro lo que ya se estaba imaginando, ese hombre era el temido alfa de los lobos. Los ojos dorados, la altura de más de dos metros, el cabello negro largo hasta los hombros, la piel dorada, todas características que ese gigante compartía con el hombre que lo abrazaba en una actitud claramente protectora.

—¿Usted es el padre de Harry ? — Pregunto Louis con la intensión de confirmar lo evidente.

—Sí, niño—se cruzo de brazos el alfa, sin apartar la vista del par de sinvergüenzas que estaban tan cómodos uno en brazos del otro— ¿Ahora dime tú qué haces en mi casa en la cama de mi hijo?

Cuando el lobo atrapo a su gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora