"Sí, ya lo sé. Por eso he venido"

"Idiota." Le pasó una mano por la frente, y la encontró caliente. "Tienes fiebre, Harry"

Él asintió.

"No es un buen día" admitió "no te preocupes, es normal" se inclinó para seguir besándolo, pero no le dejó.

"¿Es... normal?"

Harry se encogió de hombros.

"A veces me da fiebre. Me tomo una aspirina y ya está"

"¿...y ya está? ¿Qué pasa si empeoras?"

"Lleno la bañera de agua fría y me meto"

"¿Te duele ahora?"

"Poco. No es para tanto. ¿Comemos?"

Asintió. Le sirvió en un plato y lo empujó hacia él, pero no se sentó.

"Tú come" ordenó, alejándose sin hacer ruido.

Tapó las ventanas con mantas, gruñendo y echando de menos el pequeño banco al que solía subirse. Volvió a la cocina y rebuscó en los cajones.

"Tengo velas." aseguró en voz baja a un Harry que lo observaba divertido. "La luz te hará menos daño que la de la artificial"

"¿Cómo lo sabes?"

Desvió la mirada.

"He... leído un poco en internet"

Harry sonrió.

"¿Vas a hacerme un número de enfermera sexy, putita?"

Se echó a reír.

"Come" ordenó. Encendió las velas y apagó las luces. Se sentó frente a él y se sirvió un plato. Harry sonreía.

"Vas a ahorrar en luz" dijo con ligereza, antes de hundir el tenedor en su propio plato. "Esto está delicioso"

Comieron sin apenas hablar. Louis se sentía bien viéndolo en la cocina, comiendo tranquilamente y bromeando en voz baja. Intentó vislumbrar un gesto de dolor, una mueca, cualquier cosa, pero no los encontró. Y eso acabó con su buen humor.

Está acostumbrado a disimular. Es bueno.

"Harry" llamó en voz baja cuando acabaron de comer. Él alzó la cabeza; ahora sí que vio el dolor en sus gestos.

"Tengo que irme" admitió. "No está mejorando. Tengo que avisar al viejo e irme a casa"

"¿A casa a qué?"

"A tumbarme"

"Túmbate aquí"

"No vas a pasarte tu día libre cuidándome, Louis. No te voy a dejar"

Lo besó en la frente.

"Que te tumbes" musitó contra sus labios. "No era una sugerencia. Sé bueno y te haré ese número que quieres"

"No tien..."

"Por favor"

Harry se levantó, dejó que lo arrastrase por el pasillo y se derrumbó sobre su cama, obediente.

"Quiero liguero" murmuró, somnoliento, antes de cubrirse la cabeza con la almohada.

"¿Vas a tomar algo? ¿Alguna pastilla?"

"Éxtasis"

"Hablo en serio."

A pesar de todo, Harry le dedicó una sonrisa cansada. Una mano grande y cálida le rodeó la mejilla; se agarró a su muñeca.

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