— ¿Eh?

—Hola, un placer conocerlo Ethan Polla Grande.

Sonrojada, sonríe y guiña un ojo. Y lo pierdo, comienzo a reír, no hay manera en la que no lo haga. Sus ojos se mantienen curiosos viéndome y la acuso de pervertida no sin dejar de advertirle que mientras más atención le dé, seguirá creciendo y ¡Demonios! Bajar una erección cuando tienes a la causante desnuda frente a ti, no es fácil. Sin embargo me sorprende diciendo que sería interesante verme resolviendo esto por mí mismo, no lo esperaba pero me encanta.

Paso por su lado y siento su mirada, abro las llaves de la ducha y me giro, le sonrío. Está nerviosa y curiosa. Tengo la sensación de que quiere correr y quedarse.

— ¿Vienes?

—Nunca me he dado una ducha con un chico—se abraza a sí misma, le sonrío a esta chica dulce—. No me veas como a una niña ingenua, me salté muchas etapas en mi adolescencia.

—No te veo como a una niña ingenua. Ni siquiera te veo como a una niña— imposible—. Solo que me gusta.

— ¿Qué?

—Que confíes en mí.

—Sí, yo confío en ti.

Avanza hacia mí, entra. Recoge su cabello y me explica que no quiere mojarlo, entonces recuerda lo que astutamente oculté: ya yo tomé un baño. Supongo que estoy atrapado, pero complacido con los resultados.

—Menos charla y más baño, habladora.

Trato de tranquilizarme ante el hecho de que estamos desnudos en una ducha. También trato de ignorar que Grace no deja de ver mi pene, ella no puede despegar la vista, no me molesta pero pone mi excitación de una manera que siento explotaré ante cualquier toque.

—Eres curiosa.

Su vista se alza con rapidez como alguien que ha sido pillado haciendo lo impensable. Trato de fingir que esto es lo cotidiano para no hacerla sentir incómoda y me ubico debajo del agua. Percibo su mirada y me siento un jodido santo por a esta altura no haberla atacado con mi boca, lengua y manos. Cierro mis ojos con la falsa creencia de que si no veo no sufro, no funciona.

Ella está en silencio mientras llevo las manos a mi cabello. Luego está cerca y siento sus dedos contra mi pecho. Abro los ojos de inmediato. Tomo una profunda respiración.

—Si te molesta puedo...

—Grace, tú puedes tocar todo lo que quieras—tomo su mano y la presiono de nuevo contra mi pecho.

Sonríe como si le estuviese dando un regalo, un privilegio. Baja por el centro de mi pecho y mi abdomen se tensa. Pasa por mi ombligo, me ve fijamente antes de volver la vista hacia abajo a lo que parece tenerla cautivada desde que el bóxer se fue. Debo respirar hondo una vez más cuando me toca y luego da un apretón. Jadeo, maldita sea todo lo que es bueno. Y ella sonríe, sonríe porque sabe que justo ahora me tiene.

—No sé qué hacer. Es la primera vez—sonrío ante su declaración.

—Nada más con tocarme ya estás enloqueciéndome, pero...— retiro su mano y no parece feliz de que la separe de su nuevo juguete favorito. La giro y el agua comienza a mojar su espalda y veo gotas bajar por su parte frontal, una deteniéndose en su pezón y es tan caliente—yo también quiero tocar.

La acerco a mí y toco sus costados, encantadme la manera en la que se estremece. Cuando alcanzo su vientre, del lado izquierdo noto una mancha rosa, una cicatriz. Y cuando ella me explica que es de aquella tragedia siento mucho dolor por Grace, pero garantiza que ya no duele. Sin embargo no me creo que esa explicación corta y ella lo sabe porque luego me da la respuesta real: no duele físicamente, pero representa otro tipo de heridas que traen recuerdos. Susurro que creo que es fuerte, mientras hablamos mis manos suben y acerco mi rostro al suyo, sostengo sus pechos en mis manos, sintiendo sus pezones frotarse contra la palma de ellas. Gime y bueno, mis buenas intenciones se marchan muy lejos porque quiero más de ese sonido.

Escenas extras de Los Miedos de EthanWhere stories live. Discover now