Blood's Heart Capítulo 2

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De pronto, ahí estaba yo, sentado en una silla de madera en la cafetería, luchando fuertemente con mis nervios. Y ella estaba enfrente de mi, jugando con un tenedor entre sus dedos.

-Lo preguntaré de nuevo. ¿Matarías por mí?

BLOOD'S HEART

Desde pequeño, siempre he tenido la espalda del destino haciéndome sombra, en otras palabras, padecía de mucha mala suerte. Desde deportes hasta en la vida social, nada se me daba bien. Incluso la habilidad para conocer gente nueva, quizás eso explique mi pequeña lista de amigos. En mi vecindario los demás chicos me tachaban del típico niño que no encajaba, tal vez era porque yo no era como ellos... O yo qué sé.
Pero de algo estoy seguro, núnca había resaltado tanto, como para que alguien que no me conociera, recordara mi nombre.

Cuando salí del baño y la ví, un sin fin de sensaciones me inundaron, escalofríos continuos recorrían mi cuerpo, mi corazón latía demasiado rápido, incluso creí oírlo. Ella no decía nada, solo me miraba...
Tragué saliva, a lo mejor era una coincidencia aquel encuentro, así que dí unos pasos laterales para alejarme a la vez que quité la mirada. Allí fue donde sentí como ella me tomó del brazo. Sus manos eran cálidas y suaves, por un instante sentí como un golpe eléctrico recorría mi brazo y terminaba en un palpitar.

-Quiero hablar contigo.- Fueron sus primeras palabras hacia mí. -¿Te llamas Imbert, cierto? Pareces "alguien".

Perdido en sus palabras, en mi mente se formó una tempestad de preguntas. ¿Pero qué...? ¿Quién era esta chica? Y ¿Por qué me hablaba?¿Yo era "alguien"?
Aunque no sea un experto en gramática, esa no es una oración coherente.
Pero lo que más resaltaba, sobre el mar embravecido de preguntas, fue el miedo irracional que me hizo sentir, seguido por una extraña sensación de peligro. Debo ser honesto, me gustaban sus palabras... No, me esclaviza su voz.
Por el hecho de que ella me llamó y dijo "quiero hablar contigo" me sentí amedrentado, y creí que debía responder. Pero no tenía el valor de decirle: "¡Sí!".

Ella aún me sostenía. Miré su mano, luego a ella, al parecer se dió cuenta de qué sentía por su presencia. Y me soltó, mientras una mueca de satisfacción estaba creciendo en su rostro. Mueca que empezó a gustarme.

-¿Necesitas algo de mí?- Al final solo pude decir eso.

-Pues... No- Se lo pensaba, jugaba conmigo. -Quizás solo quiero saber la razón por la que un chico olvidaría su nombre en clases.- ¿Cómo se supone que conteste eso? ¿O siquiera lo preguntaba en serio?

Ella parecía una niña curiosa. Mi contestación sería más una excusa que una respuesta. Pero en ese instante recordé uno de los tantos consejos de mi padre: "Si quieres ganar terreno con una mujer, sé osado, no importan los resultados, siempre debes mantener la ventaja, y que ellas lo noten." No estoy seguro si sea un buen consejo pero... Viene de mi padre. Y como no soy muy bueno interpretando consejos, hice lo primero que se me vino a la mente.

-Yo... Pues... Fue tu culpa...- Dije un tanto inseguro y tartamudeando. Quizás si le decía que era la compilación en carne de todas mis fantasías, y verla en vida me distrajo, acabaría por irse. No sería un final de película. Pero olvidaba algo importante, y es que esto, no es una película, al menos no de amor.

-¿Mi culpa?- Aunque fue su respuesta, yo di un paso en retroceso, asustado, a la defensiva. "La he molestado, estoy seguro de ello. Y ahora sí irá."

-Me refiero a que... Creí que moriría cuando te ví.

Frase cliché, útil para hacer que cualquier mujer caiga, según la televisión.

-¿Tan fea te parezco, Imbert?

Y no funcionó.

¡Oh Dios, mátame! Sí, ya se han dado cuenta del porqué no tengo muchos amigos, o porqué no he tenido novia ni algo parecido, todos mis fracasos en la vida son por una razón: Soy un idiota que cree todo lo que le dicen.

Muy dentro de mí, desde mis entrañas, mi instinto gritaba "Corre."
Mi respiración se volvió en mi contra, se me entrecortaba y me dolía de nuevo el estómago.

Ella levantó una ceja, me miró con extrañes, pero pude ver como una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Quedé mudo ante su mueca, de verdad... Ella era realmente hermosa.
Hablé una vez más, con intención de arreglar mis palabras, según yo.

-Bueno, sería yo quien... mataría por estar con alguien como tu.

Bueno, así de directo es un idiota.

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