Tania Freeware es una típica chica de 16 años... ¿pero que tiene de normal tu vida cuando eres una espía y tus padres han desaparecido de un dia para otro y tiene que ser la mejor para ayudarlos?
-¿ entonces que tal sí comenzamos por el lanzamiento a la pecera? - le pregunté señalando un juego donde habían unos vasos con agua donde había que lanzar pelotas de pin-pong y al que logre lanzar las cinco pelotitas le daban un peluche.
- vale, vamos a ese primero - dijo y empezó a caminar hacia el puesto.
Así la pasamos durante muchos juego, ella los jugaba con gran destreza que me sorprendía, nunca fallaba ninguno, en algún momento nos aburrimos de tantos juegos que jugamos, yo cálculo unos treinta y algos en los que ella ganaba todos, y me ocurrió una gran idea tras que la vi.
- ¿ y si vamos a la casa del terror? - hice una voz escalofriante que no era para nada escalofriante.
- ¿ no te dará miedo eso? - pregunto escéptica, digo la casa del terror no era la gran cosa si ya sabías que quienes la controlaban eran personas.
- vamos, ¿no me digas que tienes miedo? - la desafie, y que gran error el que cometi al hacer eso.
- bien niño bonito si no te da miedo, vamos entonces - algo me decía que la sonrisa escalofriante que hizo luego de decirme eso no era por nada, mami recuérdame.
Pov'Tania
Ya llevaba varios premios ganados no creo que ni los chicos lleven esa cantidad, pero como al muy divertido de Matías se le paso por la cabeza la gran idea de ir a la cada del terror, y vamos que me quiero burlar de el un rato, la casa del terror no es la gran cosa, esta llena de gritos grabados, personas disfrazadas de cosas que deben de dar miedo, sangre que en realidad es agua con algún químico rojo para que se vea así de viscosa, pero Matías no de saber eso.
¡Oh!, lo que me voy a divertir con esto.
- entonces andando camina - con paso decidida camine hacia la casa y Matías digamos que me acompañaba.
Al llegar se escuchaban algunos gritos previniendo de la casa, algunos eran de las personas que entraban y otros de las personas que deberían asustar a sus visitantes.
- ¿No quisieras ir a los carritos chocones primero? - pregunto queriendo disimular su miedo.
- Nop - le dije de inmediato - eso es aburrido, quiero divertirme un rato.
- los carritos chocones no son aburridos - fruncio el ceño, pero para lástima de el ya estábamos al inicio de la atracción - pues andando - sabía que estaba disimulando su miedo y creo que mi sonrisa no le ayudaba mucho.
Cuando entramos hibamos lado a lado, no me perdería esto por nada del mundo, se escucharon unos gritos, pero el seguía tranquilo, había una música de fondo que daba un toque de miedo debo admitir, pasamos por una puerta donde se miraba todo normal, o eso creímos los dos.
- bu - fue como un susurro a nuestro lado lo que hizo saltar a Matías donde de una pequeña de no mas se diez años apareció en una cama de la habitación luciendo horrible digno de la casa del terror, que hasta a mi se me pusieron los pelos de punta.
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