Prólogo

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Prólogo

Zarco observaba a los profesores que le miraban de forma inquisitoria. Allí estaban todos, incluido su suegro que era el conserje de la escuela.

-¿Tienes algo más que añadir señor Dark?-le preguntó Dejnu el profesor de alquimia y casualmente el director de la escuela.

Zarco le miró de mala gana, sabía que había actuado mal, que iba a ser expulsado por ello pero aún así no abandonada su actitud chulesca algo muy típico de los Dark.

-No señor.-respondió el joven.

Antes de que alguno de los profesores pudiera recriminarle algo más al joven entró un mensajero, parecía exhausto y se podía intuir que había viajado sin descanso durante días.

-Señor.-dijo el joven entregándole una carta al director.

Zarco se fijó en el sello de ésta y algo dentro de él hirvió de rabia para acto seguido hacerle sentir aliviado. Parecía que por fin su padre había decidido inmiscuirse en aquel asusto.

-Gracias.-dijo el profesor del alquimia al coger la carta.

El mensajero se sentó en una silla que el conserje le trajo y esperó paciente a que el hombre leyera aquella carta. Dejnu abrió el sobre con mala cara, probablemente se imaginaba que ponía aquella carta y la verdad es que no le iba a gustar nada. El padre de Zarco donaba mucho dinero a la escuela y prácticamente se podía decir que parte de ella le pertenecía por lo que la expulsión de su hijo podía suponer la pérdida absoluta de cantidades enormes de dinero.

Zarco sonreía pensando que clase de artimañas había escrito su padre para que no le echaran de allí, mientras el alquimista leía concentrado. Tardó solo unos minutos en terminar de leer la carta y tras consultar en voz baja con sus compañeros se dispuso a comunicar las medidas preventivas que iban a utilizar contra el acusado.

-Señor Dark, su padre nos ha pedido que se le mantenga en arresto domiciliario en vez de permanecer en los calabozos de esta insitución.-el anciano archimago tragó saliva y continuó.-Comprendemos que es una deshonra que un príncipe de un reino tan importante como el suyo esté confinado en celdas incómodas y malolientes. –el  hombre echó un vistazo a la carta como si buscara las palabras para continuar en ella y después prosiguió.-Por lo tanto nos vemos dispuestos a cumplir la petición de su padre, le enviaremos a su casa y allí permanecerá hasta que se produzca el juicio.-

Zarco sonrió satisfactoriamente, se marchaba a su casa donde seguramente podría hacer vida normal hasta que el juicio se celebrara, suponía que su padre se encargaría de que no le dieran una gran condena en él.

-¿Le hace gracia señor Dark?-dijo molesto el director.

-No señor.-respondió altivo el muchacho.

-Usted ha matado a una persona, puede que ser príncipe no le libre de una condena a muerte.-

Zarco soltó una pequeña carcajada. ¿Iban a condenar a muerte a un príncipe por haber acabado con un noble? ¿En qué clase de mundo vivía aquel hombre?

-Creo que no está usted en condiciones de burlarse de nada.-le reprochó el hombre.

-No me burlo.-respondió Zarco sin borrar la sonrisa de su rostro.

El anciano miro a sus compañeros, claramente estaban intentando guardar la compostura como podían a pesar de que el insolente joven les estaba sacando de sus casillas.

-Saldrás esta misma noche hacia Travos.-dijo el anciano.-Además quedas expulsado de forma vitalicia de esta escuela.- el archimago miró a sus compañeros y después al joven que aún seguía sonriendo altivamente. –Queda cerrada así esta reunión.-concluyó el hombre.

De repente el mensajero salió de la habitación y en cuestión de segundos volvió con dos Guardianes, sabios soldados que llevaban vigilando desde la noche del asesinato de Cruk. Los dos soldados agarraron al joven como a un delincuente cualquiera lo que no le hacía mucha gracia.

-¡Espera!-gritó Zarco intentando zafarse de los soldados.-¿No piensas quitarme esto?-le dijo molesto al director mientras le señalaba el brazalete antimagia de su muñeca.

-Ni hablar, eso es algo que deberás llevar hasta el día del juicio y con suerte durante toda tu vida.-

Los ojos del joven se abrieron como platos. ¿No podría volver a usar la magia? Desesperado intentó quitarse el brazalete usando la fuerza bruta, pero sabía que era inútil. Solo aquel quien lo había forjado podría volver a fundirlo. Los dos guardias se llevaron al joven que gritaba y blasfemaba, al joven que hasta hacía pocos días había sido el mejor mago de la escuela.

Réquiem:RedenciónUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum