Libro #1
Él está destruído por dentro.
Ella tiene una vida casi perfecta.
Él está resentido consigo mismo.
Ella tiene que empezar de cero en un nuevo país y luchar para cumplir sus metas.
Él es incapaz de perdonarse sus errores del pasado.
Ella...
—Nada, mujer terca— interrumpí— No harás nada, y nada va a pasar. No señales a mi hermano así como así, es injusto.
Me miró apenada. Sabía que había hablado de más y que había tocado nuevamente el tema de las drogas.
No me molesté, sabía que ella no hacía ese comentario con mala intención, más que todo era por la desesperación de no saber nada de su amiga. Y aunque en el fondo tenía razón–sobre el hecho de que Nik estaba detrás de esto de alguna u otra manera–no sabía si lo entendería como Esteban, Gabriel y yo lo habíamos hecho.
Melanie era muy impulsiva y Salomé era su mejor amiga. Se complementaban tanto la una a la otra, que a veces parecía que se conocían desde siempre.
—Me alegra que hayas podido venir— musitó.
—Ven aquí mi amor— dije señalando un lugar en el sofá a mi lado.
Estábamos en la sala de juegos de los Méndez, mientras ellos se encontraban en el comedor, tratando de encontrar una solución a todo esto. Se acercó a mí y me besó con delicadeza, como si tuviera miedo de partirme en dos.
Las heridas estaban sanando, pero los golpes aún me dolían. No podía creer que estuve a punto de morir.
No sé si después de la vida somos almas andantes, pero creo que yo hubiese sido una muy decepcionada de sí misma por haber dejado solo a mi hermano o a la chica que tanto quería. Pero por suerte no tenía de que preocuparme sobre el más allá , estaba vivo y eso era lo importante.
—Tengo miedo, no quiero que le suceda nada. Ella es tan buena persona y...— se acercó a mí entre sollozos. Quería abrazarle fuertemente, pero aún no podía moverme con tanta libertad. Posó su cabeza sobre mi hombro y soltó un suspiro, que estaba seguro, llevaba aguantando desde hace mucho sin darse cuenta.
—Te amo, estoy seguro de que ella estará bien— y en el fondo así lo sentía.
Sólo esperaba que mi hermano y los chicos lograran su objetivo y sobre todo, que nadie saliera herido, o en el peor de los casos, muertos.
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Niklas Heine:
¡La primera fase había sido todo un éxito!
Así que el resto de los chicos y yo nos pusimos en nuestras posiciones. Los alrededores de aquel viejo templo estaban libres de vigilantes.
Salimos de la camioneta tratando de ser lo más sigilosos posibles. Mi corazón palpitaba a mil y sentía sin duda que en cualquier momento saldría de mi pecho sin previo aviso.
Estaba nervioso.
No quería fallar, porque me costaría más de lo que en esta vida pudiera pagar.
Debía rescatarla.
Bill iba adelante seguido de mí. Él era muy bueno para este tipo de "ataques silenciosos" y yo era un experto cubriendo. El arma era mi mejor aliado, pero yo también era un excelente peleador.
