12. A pesar de todo.

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—No es solo eso...

—Lo sé.

—El otro video...

—Lo sé —sostengo sus manos y las acaricio—. Él no tenía derecho alguno y créeme que en este momento quiero matarlo... pero tenemos que ir con la policía ¿De acuerdo?

Él traga grueso y asiente varias veces.

—De acuerdo —susurra.

—Ahora, vamos a darnos una ducha, a vestirnos y comer algo ¿Sí? —beso su frente y acaricio su sienes con mis pulgares, tratando de mantenerlo calmado—. Tienes que comer algo, has llorado mucho y eso me preocupa.

Él asiente, no dice nada, simplemente asiente estando de acuerdo con todo lo que digo y se limita a hacerme caso. Se da un baño, se pone ropa limpia y cuando sale, luce más fresco. Aun preocupado, pero más calmado. Hago sándwiches para ambos y comemos rápido para luego dirigirnos hacia la estación de policía más cercana y denunciar nuestro caso. Cuando llegamos, tratamos de ser pacientes, esperamos a que nos atiendan y ponemos nuestra denuncia pero por mala suerte, las noticias que recibimos no son tan alentadoras. Los oficiales deben realizar una investigación antes de condenar a Caleb, tendrá que venir el señor Peters a declarar que vio a Caleb entrando a nuestra casa y eso casi no puede ayudarnos, ya que Caleb tenía una llave del lugar y eso vuelve sospechoso el hecho de que Asher quiera acusarlo. El punto es que fuimos para casi nada, porque nos dejaron claro, de una manera un poco homofóbica —ya que nos miraron con mucho desagrado e insinuaron que los gays tendían a ser promiscuos—, que en estos casos no pueden hacer mucho más que borrar el video de la página, lo cual hicieron, pero no pueden garantizarnos que no lo volverán a subir. Y me siento decepcionado, de que tantas cosas estén en nuestra contra, pero intento no mostrárselo a Asher, que parece un muerto viviente mientras caminamos fuera de la estación.

—Es invasión de la privacidad —espeto con la rabia contenida mientras ambos caminamos por la calle hacia nuestro condominio de nuevo—. Estoy seguro de que se paga con cárcel.

—Sí, creo que sí —murmura Asher caminando de mi mano.

—Y son policías de Los Angeles ¿Por qué tenían que tratarnos así? Los Angeles está lleno de homosexuales ¿No les ha pasado esto antes?

—Por lo mismo, pasa mucho —él se encoge de hombros—. Ya que, Miles... por lo menos el video fue borrado.

—Y una mierda, no descansaré hasta verlo en la cárcel —gruño—. Cometió un delito, te lastimó, no me importa si su esposa y su hijo lloran, él estará mejor lejos de ellos.

—Pobre Sienna —Asher sorbe la nariz y sacude la cabeza—. Si Sienna se entera de esto... ¿Qué será de su bebé? Ella confiaba en mí como el mejor amigo de Caleb.

—Sonará a que soy un idiota, pero no me importan Sienna o su bebé —espeto—. Me importas tú.

—Lo lamento.

—Deja de disculparte.

—Es que en serio lo siento.

—No importa, está bien. Te amo.

—Yo... —él toma una gran bocanada de aire y aprieta sus puños, por alguna razón se ve adorable envuelto en su gran abrigo y con la bufanda alrededor del cuello, porque ya son las seis y algo y está haciendo al frío de noche últimamente, y claro, él suele ser muy sensible al frío—. Yo también —responde mirándome a los ojos.

Mi pecho se llena de una cálida sensación, una sensación preciosa. No me di cuenta de la intensidad con la que deseaba escuchar eso de él hasta que me lo dijo. No lo resisto y me acerco a él extendiendo mis manos para tomar sus mejillas y besarlas una y otra y otra vez hasta que acabo invadiendo su boca en medio de la calle por la que pasan personas y nos miran. No me interesa, el mundo puede mirar todo lo que quiera porque no estoy avergonzado de sentirme así, no estoy avergonzado de amar a Asher y de estar con él, incluso con todo su pasado y sus heridas, estoy satisfecho.

Gato callejero |BL|Where stories live. Discover now