Epílogo.

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La noche está más oscura de lo normal, el viento sopla con una velocidad en la que le es posible mover cualquier cosa a la vista. La pequeña niña apenas y puede caminar sin que el viento intente llevársela con él. Esta tan asustada entre tanta oscuridad, pero no ha decido irse, extrañamente prefiere seguir en ese campo de margaritas que irse a casa. El viento mueve cada pétalo de cada una de ellas hacia la pequeña niña. Sólo se queda observando, disfrutando y deseando ser una de ellas. Bailar entre el viento, moverse con tanta facilidad sin miedo a la oscuridad. Decidió tirarse al suelo; entre todas las flores miro hacia el cielo. No había ninguna estrella, estaba completamente oscuro, trataba de encontrar la luna pero ella tampoco estaba. Era como si algún ángel hubiese hecho algo realmente mal. Y el cielo estuviese completamente enojado con él.


Pero aun así, aunque lloviera y cayeran relámpagos la niña seguiría ahí, no quería ir a casa. Probablemente su mamá la esté buscando, probablemente no.

Le hacía feliz estar ahí pero muy en el fondo estaba triste, su cara lo decía todo.

Su corazón latía tan fuerte; estaba asustada, le tenía miedo a la oscuridad, tenía miedo de estar sola. Le asustaba estar ahí, le asustaba que le gustara ver las margaritas en este preciso momento.

Y cuando inicio la lluvia comenzó a correr y no para escapar de ella, sino que le parecía divertido jugar entre ella. Sus pequeñas y delgadas piernas iban a una velocidad increíblemente rápida. Mientras corría miraba al cielo, viendo la lluvia caerle encima. Disfrutaba la lluvia como ninguna otra niña en ese momento.

Sintió como su cuerpo choco con alguna persona; su piel se erizo al contacto, la niña se asustó. ¿Quién aparte de ella sale por las noches frías cuando hay lluvia?

Cuando levantó la mirada vio a una pequeña anciana que tan sólo era más alta que ella por unos cuantos centímetros. Sus ojos grises la intimidaban solo con mirarla, la niña dio un paso hacia atrás. Quería salir corriendo de ahí pero no podía, el miedo la paralizo por completo. La anciana miro a la niña unos cuantos segundos y luego miro detrás de ella como si hubiese alguien ahí. El tiempo se detuvo en ese instante. Era como si a ninguna de ellas dos les importara estar bajo la lluvia o tal vez lo habían olvidado por completo. Estaban completamente mojadas, el fuerte viento hacia que el cabello mojado de la niña y su pequeño vestido rosa volaran entre el aire.

La anciana abrió la boca intentando decir algo pero la cerro de inmediato, pensando mejor lo que debía decir.

La inocencia de la pequeña niña le hizo pensar que la anciana era muda. Intento disculparse por haber chocado con ella. Pero no sabia como, por un instante su cerebro olvido usar la lengua y ninguna palabra podía salir de su boca.

Hasta que la anciana hablo. -¿Qué se supone que hace una niña sola a estas horas de la noche en un lugar tan solo? –sonó bastante dulce, sonó como si quisiera conseguir algo de ella. –No te estoy hablando a ti. –Volvió hablar pero esta vez mirando detrás de la pequeña niña, con una voz totalmente diferente a la de antes. Sonaba como si esas palabras no fueran para la pequeña.

¿Cómo es que su voz se puso más grave que la de hace unos segundos?

La niña se asustó e incluso voltio detrás de ella pero no había nadie, ella no podía ver a alguien más. Le asustaba la anciana, pensaba que estaba loca.

-Perdón cariño, eso no iba para ti. A veces me suele pasar. –La anciana trato de acercarse a ella pero justo antes de intentar tocarle una mejilla dio un paso hacia atrás evitando algo o alguien que se interponía entre las dos. Hizo una mueca pero luego sonrío.

Era una anciana completamente bipolar y loca. Pensó la pequeña.

--¿Por qué no vienes a mi casa? He preparado un chocolate caliente que sé te encantara. Vamos, esperaremos a que la lluvia se calme y te llevare a casa ¿si?.

La niña no quería, negó una y otra vez con la cabeza. No podía siquiera hablar le tenía un increíble temor a la anciana, ni siquiera se dio cuenta de en qué momento sus manos comenzaron a sudar y a temblar. Y por un momento el terreno lleno de margaritas no le parecía un lindo lugar, no a lado de la anciana.

Todo se tornó de un color obscuro para la pequeña. Sintió como poco a poco su fuerza se iba. Cada vez más oscuro, hasta caer.

El pequeño cuerpo de la niña toco el suelo, sin alguna razón. La anciana la tomo entre sus brazos y desapareció de ahí. Como si el aire se la hubiese llevado a algún otro lugar, tan rápido.

La pequeña niña desperto en el mismo terreno de margaritas. Pero se sentía totalmente diferente, no era la misma. Le faltaba algo. Sentía un pequeño vacío en ella pero no sabía por qué. La niña despertó con un hermoso collar de una margarita que desde ese momento en el que lo vio decidió no quitárselo nunca. Era un collar totalmente dorado con una pequeña margarita en medio.

Eran alrededor de las nueve de la mañana, no había lluvia ni mucho menos aire; había sólo un sol muy calentador. Cuando al fin decidió levantarse salió corriendo a su casa, al entrar estaba todo completamente normal. Su papá estaba en su trabajo y su mamá completamente dormida. Ninguno de ellos se habían percatado que la niña no pasó la noche ahí lo que a ella le pareció bastante normal. Sus papás normalmente nunca se enteraban de nada.

La noche anterior se había convertido en una de las más raras para ella. Tal vez solo había sido un sueño, tal vez no.

Días después encontraron un gran pájaro muerto en el mismo terreno de margaritas. Tenía los mismos ojos que la anciana, eran grises, completamente grises y perturbadores, ese pájaro era como una lechuza pero incluso mucho más grande, habían encontrado una nueva especie de algún animal volador o al menos eso era lo que ellos creían. 

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⏰ Last updated: Jul 28, 2017 ⏰

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