Las chicas eran tan cotillas, pensó. ¿Cómo pensaban que contarle eso, justo a ella, iba a ayudar? O quizá lo que menos querían era ayudar a Portia.

—Vivir con el marqués debe ser increíble ¿no? —preguntó otra que si no se equivocaba, era lady Margarite—. Puedes verlo todo el tiempo, y hablar con él. Oh, qué envidia.

Emmeline vio a la rubia escondiendo su enfado. Era seguro que estaba más que celosa.

Como si Emmie estuviese interesada en Joseph.

—Joseph no es muy conversador —repitió las palabras de Beth—. Y he llegado hace un día, así que no lo he visto demasiado tampoco. Siempre está muy ocupado con sus asuntos.

—Pero viniste con él a la fiesta. Has podido viajar a solas con él, mucho más de lo que alguna de nosotras podría tener nunca —agregó otra que parecía muy joven—. Aunque no es muy apropiado —murmuró con un toque de desaprobación, y olvidó el tema enseguida—. ¿Has visto su habitación? ¿Cómo es?

—No, nada de eso, chicas. Ya se los dije, no estoy interesada en husmear entre sus cosas. 

«Solo en que me hable como una persona normal», pensó, pero se lo guardó para sí misma. 

Una pelirroja que estaba sentada justo frente a ella, y al lado de Portia la miró suspicaz.

—No entiendo cómo puede no interesarte. ¿Es qué estás buscando casarte con alguien en especial y por eso es que has borrado a lordThornehill de tu lista? Porque una oportunidad como la tuya no la tiene nadie, querida.

—No conozco a Joseph Whitemore lo suficiente como para saber si quiero casarme con él, no he conocido a nadie más tampoco, y no tengo prisa por hacerlo. Al menos que mi hermano cambie de opinión y quiera imponerme a alguien, estoy bien —aclaró satisfecha.

—¿Hermano? —preguntó de nuevo la más joven, llamada Ashleigh, hija del conde Weston—. ¿Tienes un hermano mayor? ¿Está casado? —Y de pronto todas parecieron más interesadas en eso—. ¿Cómo es?

Ella sonrió recordándolo. —Su nombre es Francis, lord Welltonshire, es conde y no está casado. Es el mejor hermano que una chica pueda tener. Excepto cuando se enoja, pero casi siempre es mi culpa y él tiene razón. Ahora está de viaje con mi madre. Regresarán en unos meses.

—¿Crees que quizá se quede un tiempo por aquí?

«Lo dudo», pensó de nuevo y lo retuvo. En cambio, mintió como pocas veces lo hacía. Pero ella tenía la firme convicción de que una mentira para alegrar a alguien no era algo malo.

—Quizá —aventuró.

Todas suspiraron.

—¿Es guapo? —preguntó otra—. Si es primo de Joseph Whitemore, por más lejano que sea, tiene que ser guapo. Y mucho.

Emmeline soltó una risa.

—Bueno, siempre ha estado robando suspiros, así que asumo que lo es.

Ashleigh golpeó a la otra chica en el brazo.

—Tan solo mira a Emmeline, si es su hermano, no hay forma de que sea una persona fea.

Emmie le sonrió en agradecimiento. Quizá la maldad de Portia no había contagiado a todas aún.

Lo siguiente que sucedió, fue algo que Emmeline jamás espero que pasara. Podría pensar que la tonta niña Davenport no tendría el valor de hacer algo así...

Una de las criadas pasaba con una bandeja llena de copas de vino, muy cerca de donde ellas estaban sentadas. Portia debía de haber encontrado la oportunidad perfecta para vengarse de ella por tener la atención de Joseph esa noche —por decirlo de algunaforma, ya que ni siquiera la había invitado a bailar—, y estiró, con perfecto disimulo, aunque no el necesario para que Emmie no la viese justo en ese instante, el pie derecho cubierto por las capas de tela de su vestido, haciendo tropezar a la muchacha.

Inapropiadamente hermosa (TAMBIÉN EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora