—¡Te juro que voy a destrozar ese aparato!

Ella soltó una graciosa carcajada mientras yo la contemplaba serio, respondí sin dejar de observarla, le acaricié una mejilla rosando su piel notablemente sonrosada y tibia al tacto, con mis dedos acaricie sus pequeños labios hinchados y el deseo ardiente se apoderó de mi.

—¿Si? —respondí sin dejar de mirarla.

—Señor, estamos listos para partir, el señor Troy me informó sobre la situación y ya dispuse del jet, espero por usted.
Le respondí que iría  en unos minutos y colgué la llamada.

Quise gritar, pero no lo hice. Respiré profundo sin dejar de mirar a la mujer más hermosa en mi vida.

—Fiorella,  escúchame, necesito me respondas algo muy importante para mí —pedí, ella asintió sin más, era tan entregada conmigo que me sentía privilegiado.

—Dime, ojitos azules —respondió con confianza.

—Se que debería ir con calma, llevarte despacio y no hacerte sentir presionada pero, sea cual sea tu decisión la respetaré —juré no muy convencido. Ella apretaba sus labios dudosa.

—Bien, te oigo.

—Hay algo importante que necesito decirte, es realmente serio, un asunto considerable que debo aclarar contigo pero no puedo hacerlo ahora, debo partir a Tokio en estos momentos a atender un asunto de la empresa, no me tomará más de un par de días resolver mi trabajo, la demora será el tiempo de vuelo pero no me iré tranquilo sino me respondes antes esta pregunta. ¿Quieres ser mi novia?

Lo había dicho.
Ya estaba.

Esa pregunta de tiempos inmemorables, que transcendía en el tiempo y que pese a ello lograba de alguna manera tener el mismo impacto tanto de la persona que lo hace como de la persona que debe responder. La oficina se redujo, solo estábamos ella y yo con una luz enfocándonos desde arriba, sí, me encontraba loco de amor por imaginar ese tipo de cosas, pero realmente ocurría para mi así. Volví a tomar sus manos entrelazándolas con las mías. Sus ojos marrones se sumergieron en los míos. Una pequeña sonrisa se asomó en sus deliciosos labios.

—¿Estás seguro de lo que me pides? —no esperaba que respondiera con una pregunta, imaginé un "estás loco" "déjame pensarlo" "vas muy rápido" o la que moría por escuchar "sí, quiero ser tu novia". La giré con suavidad logrando así que su espalda quedara pegada a mi pecho, el aroma de su cabello mezclado con su perfume invadió  mis fosas nasales, la guié hasta los ventanales de vidrio, quedando muy cerquita de estos, rodeé su cintura con ambos brazos colocando mi mentón en uno de sus hombros.

—Tan seguro como ese despejado cielo azul y aquel brillante e imponente sol frente a nuestros ojos, que desde siempre han estado allí, nunca había estado más seguro de algo en toda mi vida. Te amo —le repetí cerca a su oído,  consiguiendo que ella se estremeciera dentro de mis brazos.

—Es una hermosa vista, un cielo azul sin nubes, tan azul como tus bonitos ojos —se volvió a girar hacia mí. Hizo un chasquido gracioso con la lengua, besando mi mentón dejándome sorprendido pero más enamorado de ella.

—¿Sabes? Después de aquella noche juntos en Boston me prometí que si volvía a verte no te dejaría escapar... y para mi fortuna nuevamente me citaste a un encuentro... —un leve sonrojo se acumuló en sus mejillas, estaba recordando nuestra última vez juntos en el hotel, evocar su cuerpo delicioso,  desnudo, caliente y sudoroso debajo del mío fue una tentación —no te iba a dejar ir tan fácilmente pero debido a que tuviste que marcharte mientras dormía, no me dejaste tiempo para nada aunque tu nota fue lo más hermoso que jamás he leído, y...no tengo novio ni mucho menos esposo —se le escapó una risa divertida —así que, no veo problema alguno en aceptar tu propuesta —.Reí como bobo, ella cambió sin vuelta de hoja mi mundo por completo, nunca antes me había sentido de esa manera, tan locamente enamorado, y por un instante sentí volar en ese cielo azul, testigo de mi amor por ella.

Adoración Secreta, libro  2 Bilogía Secretos, BorradorWhere stories live. Discover now