Capítulo 01

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09:30 a.m.  Wichita, Kansas

Los rayos del sol se asomaron por la ventana de Jane, un rayo de luz se corrió y le iluminó un poco la cara. Se levantó y se dirigió hacia el baño a ducharse, dejó que el agua se templara y se metió a la ducha y mientras dejaba que la lluvia artificial le mojara por completo. Salió del baño y se envolvió en una toalla blanca. Una vez vestida se dispuso a bajar para ir a desayunar. Al llegar al comedor saludó a su madre con un beso en el cachete, sonrió al ver que le había preparado su desayuno favorito, comió y se despidió de su madre para ir a dar una vuelta en bicicleta, una corrida mañanera a la de Jane, como solía decirlo ella.

Mientras tanto Kendall se encontraba en la playa junto su hermano Jesse y sus amigos, Kyle y Byron, quienes lo acompañaron en la aventura por conocer el piso donde habían nacido los tan distintos gemelos Schmidt. Eran tan diferentes pero tan iguales a la vez, que únicamente de poder diferenciarlos era si conocías a fondo la personalidad de cada uno. Kendall se encontraba dormido plácidamente recostado sobre su manta en la playa, mientras sus amigos y hermano planeaban la jugarreta del siglo.

Comenzó a sentir un líquido algo viscoso escurriéndose por su cuerpo, mientras rápidamente le era arrebatado lo único que tenía de ropa en ese instante. Al darse cuenta abrió los ojos y se encontró con el cielo azul resplandeciendo, frunció el ceño y miró a los lados, en donde divisó a sus amigos corriendo mientras se reían de él y cargaban consigo su ropa interior, su short de baño y una lata de pintura. El rubio de ojos verdes reaccionó al ver que sus partes íntimas estaban al descubierto, y sin pensarlo dos veces corrió detrás de ellos. Gritó hasta el cansancio y los persiguió como pudo tapándose lo más que podía, hasta que consiguió un espacio de rocas altas entre la arena playera y decidió descansar tanto de la corrida como del sol. Se maldijo por tener unos amigos tan estúpidos e infantiles, pero qué podía hacer, los quería, y mucho, no sería quien es si no fuera por ellos.

Pensó en las posibilidades de que sus amigos volvieran y le regresaran su ropa pero sabía muy en el fondo que eso no iba a pasar, y menos si Jesse estaba al frente de todo ese plan siniestro. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando una voz femenina llegó a sus oídos. Era muy suave, se escuchaba lejos pero a cada momento se acercaba más y más. Como pudo asomó su cabeza de entre las rocas y pudo ver a una chica junto a su bicicleta caminando entre la arena hablando en voz alta consigo misma. Maldijo nuevamente a los muchachos por ser tan imprudentes y cabrones por dejarlo en esas fachas pero era la única manera de encontrar solución a su desesperada situación embarazosa. 

—¡Oye! —gritó cuando vio que la chica estaba un poco más cerca de donde él se encontraba. La muchacha enseguida dio un brinco y miró hacia los lados buscando al propietario de esa voz. No se estaba volviendo loca, se decía. ¿Entonces de donde provino?

—¿Quien anda ahí? —con miedo se obligó a preguntar esperando que así sus sospechas de que estaba loca se disiparan.

—Por favor, ¡ayúdame! —volvió a gritar Kendall desde las rocas. La chica se encontró con la mata de cabellos rubia entre las rocas y se acercó un poco más.

—¿Quien eres?

—Voy a salir, ¿está bien?... Pero, no te asustes —Kendall salió de su escondite mostrando la mitad de su cuerpo desnudo.

—Ay por dios, ¡UN INDIGENTE, UN INDIGENTE! —La chica gritó una vez observó que el rubio se encontraba desnudo frente a ella—. ¡Por favor, ayúdenme!

—¡NO!, no soy un indigente. —trató de calmarla rápidamente—. Por favor, ayúdame, me hicieron una broma y me dejaron así. Es pintura, lo prometo.

—Y qué, ¿De verdad estás desnudo? —su cara era un poema, vaya día, había comenzado de la peor manera, encontrándose a un turista con un severo problema de desnudez pública.

Los Gemelos | Kendall Schmidt. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora