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Se acostó en el gran jardín y miró el cielo. Nunca había encontrado ese parque en todos sus años, y, ahora que lo había conocido, era uno de sus favoritos. Acomodó su suéter con delicadeza digna de una dama, haciendo suspirar a uno que otro muggle que pasaba por su alrededor, hasta había unos pocos osados que se animaban a hablarles y compartir con ella un poco de su tiempo.

Hace mucho que había descubierto la facilidad que tenía para sacar información cuando era alguien de admirar, como esa vez. Sus cabellos castaños y labios rosados dejaban muy en claro la belleza que poseía aquel disfraz, no se diga cuando alguien se acercaba a su rostro. Ojos esmeraldas miraban el fondo de tu alma, analizando todo lo que podían, y nadie se podía negar a una mirada como ésa.

—¿Qué hace una joven tan hermosa vagando por el mundo muggle sin protección alguna?

Sintió como alguien se sentaba a su lado y le miraba con una sonrisa, sonrisa que no tardó en responder. Tom y él habían quedado en el asombroso acuerdo que, si el ojiazul le encontraba, el disfrazado iba a tener una conversación civilizada con él.

Tal vez pueda obtener algo de información” había argumentado Tom segundos antes de que Harry desapareciera.

La castaña sonrió ante el recuerdo, puede que eso sea divertido.

—Los muggles suelen ser divertidos —comentó—: Siendo sincero, todos los humanos lo son.

—¿Divertidos?

Harry asintió.

—Lo son —afirmó—, son extraordinarios cuando descubres porqué actúan así o cuáles fueron sus pensamientos que los llevaron a hacer eso.

—Ah, ¿sí?

Harry asintió.

—Entonces, maestro de sociología, ¿qué dices de mi postura?

—Estás pensando en las formas de poder saber más de mí —dijo sonriendo al sentir la mirada de Tom—, tu mirada busca la mía, no sé si quieras leer mi mente o porque te causo interés... ¿Qué has descubierto de mí?

—Hombre, debes tener entre dieciséis y veintisiete —afirmó. Harry levantó una ceja curioso—. No te ofendiste cuando te dije 'maestro' y, momentos atrás, dijiste: "Siendo sincero", por lo cual puedo decirte que lo eres —la castaña asintió con rendición—. Y tu habla es tan común, casual y sofisticada que puedo decir que tienes esos años, por no decir que hay posibilidad de que seas sangre pura.

—Hey, el sociólogo soy yo —regañó la joven sonriendo—. Bien, ¿sólo tienes eso?

—Te gustan los lugares tranquilos —dijo agarrando la mano de la, ahora, dama—. Y eres fascinante.

El Gryffindor soltó una carcajada al aire y negó con la cabeza, empezando a pararse y caminar lejos del chico.

—Nos vemos luego —despidió, viendo como el ojiazul se levantaba para ir tras él—, por cierto, visitar una cafetería no estaría tan mal.

Ese día Tom Riddle tuvo que borrar la memoria de trece muggles que vieron la desaparición del mago.

Disfraz.Where stories live. Discover now