Pensamiento

625 49 57
                                    

Esta tarde, me encontraba arriba de un árbol, éste era árbol de cerezo en flor.
En estas temporadas, descansaba una dulce primavera. Todos los árboles de este lugar habían florecido bellamente.

Sin embargo, aunque mi ánimo siempre dependía del clima de los días, la tristeza no se alejaba de mi alma. Las flores, tan alegres, hermosas en su mayor esplendor, acompañaban a mi ser desanimado.

Contemplaba al sol. El sol, siempre brillando, tanto en las mañanas y en las tardes, y desapareciendo durante la noche. Tú eras mi sol, el que no me faltaba, el que me daba tantas esperanzas en un futuro.

Eras mi hermosa flor, mi girasol. Tantas veces que te veía reflexionar en ese grande campo lleno de vivaces girasoles. Pensando en tu madre, en tu hermano. En todo lo que habías perdido. Yo lo sabía.

Aún así, yo quería ser la razón por la cual tu felicidad rondara en ti. Siempre que te veía mal, te apoyaba en lo que sea. Si yo no podía ayudarte, le rezaba a la Reina Mary, por tu bienestar.
Porque mi corazón se quebraba en pedazos cada vez que me daba cuenta de tus lágrimas ocultas. Que cada vez que estabas solo, pensabas, y pensabas. Podías mantenerte así todo el día. Y derramabas lágrimas.

¿Cuántas lágrimas habrías perdido?

La primera vez que te conocí, fue demasiada casualidad. Nuestro enemigo, quería atacarte. Pero yo se lo impedí, logré salvar tu vida. Esperaba que todo estuviera bien, en un niño que era tan inseguro como tú.

Aunque en esa primera vez, vi en ti, algo demasiado especial, algo único. Y no fue ni tu personalidad, ni tu físico... Sino que algo sentí, dentro de tu corazón, habían tantas cosas, tantos sentimientos.

Años después, en el momento en que a mí me iban a atacar, no te esperaba. No lo hice, porque apenas éramos conocidos en ese tiempo, y te fuiste por tantos años, así que sólo habíamos quedado como conocidos y no pude entablar amistad contigo.

Pero llegaste, y me salvaste. Ese día, siempre lo bendecía gracias a que tú llegaste a mí nuevamente. El destino, hizo que nosotros nos reuniéramos una vez más.
No te pedí que me salvaras, pero después de todo, era tu intención hacerlo.

Me dijiste que me regresaste el favor, porque yo había salvado ya tu vida una vez.
En ese entonces, habíamos logrado formar un lazo de amistad.

Esto había durado gran tiempo; habíamos pasado tantas aventuras en Smash Bros., con nuestros amigos, con otros integrantes... Nos dieron la posibilidad de visitarnos a nuestras regiones cuando tuviéramos vacaciones, y siempre nos visitábamos el uno al otro. Incluso, aunque yo fuera un año mayor que tú, eras más alto.

Habíamos pasado tantas cosas juntos, que mi cariño por ti, era muy profundo.
Entonces, un nuevo sentimiento había florecido en mi corazón. No podía comprender qué era esto, y nunca se lo había dicho a alguien por el miedo.

En ese día, nos reunimos de manera más cercana. Cuando creí firmemente que me encontraba solo, grité a los cuatro vientos.

                     ▪¡Te amo, Lucas!▪

No podía quedarme más callado. Pero, al parecer me seguiste. Escuchaste lo que dije...
Me puse tan nervioso, porque no esperaba para nada que escucharas esto, ni mucho menos esperaba que tú fueras quién lo escuchara.
Traté de convencerte de que sólo era una broma, pero mis sentimientos me delataban. No me creíste.

Pero supe que tú... Sentías lo mismo por mí. Me lo confesaste, finalmente. Tú creías que yo, sentía algo por Paula. Tenías miedo de confesarme eso, al igual que yo tenía miedo de declararme a ti.
Pero todo había resultado como no lo había esperado...

No me abandones para siempreDär berättelser lever. Upptäck nu